París, Agencias

Nueva tragedia aérea, esta vez sobre aguas del Atlántico. Un Airbus 330-200 de la compañía Air France que realizaba la ruta entre Río de Janeiro (Brasil) y París (Francia) y llevaba 228 ocupantes a bordo, entre ellos una catalana y un ingeniero sevillano, desapareció poco después de las cuatro de la madrugada de ayer, hora española, tras sufrir problemas técnicos tras ser alcanzado por un rayo. El accidente se produjo cuando el avión, que cubría el vuelo AF447, estaba a punto de entrar en el espacio aéreo de Senegal, a 421 millas náuticas (unos 800 kilómetros) al norte de la ciudad de Natal (en el extremo nororiental de Brasil) y a relativa poca distancia de las islas de Cabo Verde. La mayoría del pasaje estaba formado por brasileños y franceses. Entre los desaparecidos se cuentan siete niños y un bebé. Francia y Brasil llevan a cabo un despliegue sin precedentes para localizar los restos del avión.

Fue cerca de Senegal cuando el avión envió un mensaje automático a la compañía informando de problemas técnicos, concretamente una pérdida de presurización y un fallo en el sistema eléctrico. Según la compañía, el avión sufrió un cortocircuito tras atravesar una zona de tormentas con fuertes turbulencias, mientras lejos de la costa.

El jefe de comunicaciones de Air France, François Brousse, dijo que lo «más probable» es que «fuese fulminado por un rayo». Concretamente, la empresa cree que pudo haber un problema en los circuitos eléctricos que controlan los mecanismos de gobierno de la nave.

El director general de la aerolínea precisó que el aparato había emitido varios «mensajes automáticos de mantenimiento» en los que alertaba de «averías en numerosos componentes». Los mensajes, prosiguió, daban a entender que se había producido «una situación inesperada a bordo del aparato». También François Grangier, de la Oficina de Investigaciones de Accidentes (BEA), declaró que el avión pudo sufrir «cualquier cosa extremadamente repentina o brutal», ya que los pilotos no tuvieron tiempo de anunciar el problema.

En cualquier caso, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, consideró que las probabilidades de encontrar supervivientes «son ínfimas». Estamos ante un «acontecimiento absolutamente dramático, un accidente trágico», reconoció el jefe de Estado galo en el aeropuerto Charles de Gaulle, al que debía llegar el avión a las once y cuarto de la mañana de ayer, tras salir de Río de Janeiro a las ocho de la tarde de anteayer, domingo.

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