Madrid, Agencias

Cuando se cumplen ya ocho días del terremoto que devastó Haití, los esfuerzos ya se centran más en repartir la ayuda humanitaria que se acumula por toneladas en el aeropuerto de Puerto Príncipe que en rescatar a los sepultados, toda vez que las posibilidades de sobrevivir más de una semana aplastado por los escombros y sin agua son prácticamente nulas. Los equipos de rescate españoles desplazados a la isla emprendieron ayer el regreso, ya que su presencia se antoja inútil. Mientras tanto, Estados Unidos lleva el peso del reparto de la ayuda y ha comenzado a lanzar alimentos y bebida desde el aire, dadas las dificultades de las comunicaciones terrestres y la creciente violencia y desesperación que se está apoderando de la población haitiana. Y ha anunciado que construirá dos nuevas pistas en el aeropuerto con el fin de facilitar el aterrizaje de los numerosos aviones que traen la ayuda internacional.

El próximo sábado llegará a la isla el buque español «Castilla», con 450 soldados y material suficiente para habilitar un hospital de campaña con quirófanos y camas para ochenta personas. España y Francia son los dos países que más ayuda están enviando al castigado país. La ONU reforzará también en breve su destrozada misión en Haití con 3.500 soldados y policías, que se unen a los 9.000 que ya están en la isla.

A este contingente se unirán unos 11.000 soldados estadounidenses. Ayer se difundieron imágenes de los soldados de la 82.ª División Aerotransportada (una de las que participaron en el Desembarco de Normandía) ocupando posiciones en torno al derruido Palacio Nacional haitiano, una imagen que levanta ampollas en Hispanoamérica, como ya se han encargado de señalar el venezolano Hugo Chávez, el nicaragüense Daniel Ortega y, ayer mismo, el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera. Francia quiso templar la polémica con Estados Unidos, y el presidente galo, Nicolás Sarkozy, indicó que está «plenamente satisfecho» con la gestión norteamericana de la crisis.

Apagado este fuego, se ha encendido otro a cuenta de los huérfanos haitianos. Los menores que se han quedado desamparados serán acogidos temporalmente en Estados Unidos, una noticia que, unida a quienes han denunciado que se están agilizando las adopciones de niños haitianos -Alemania y Francia lo están haciendo-, ha motivado las quejas de diversas organizaciones no gubernamentales, como Unicef, además de la intervención del ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, quien ha indicado que las adopciones pueden esperar.

Los donantes de ayuda a Haití han acordado condonar la deuda haitiana, así como la constitución de un fondo de ayuda de 10.000 millones de dólares para cinco años, con el fin de llevar a cabo la reconstrucción del país. La iniciativa fue presentada por el presidente dominicano, Leonel Fernández. La República Dominicana tiene mucho que ganar con este plan, ya que indirectamente está viéndose perjudicada por el terremoto. Son miles las personas que han buscado refugio en la mitad oriental de la isla y las autoridades están comenzando a tomar medidas para evitar brotes de malaria.

Mientras los equipos de la Cruz Roja llegaban ayer por primera vez a la localidad de Leogamo, donde se localizó el epicentro del terremoto y se han registrado las mayores destrucciones, en Puerto Príncipe se ha iniciado el éxodo masivo de decenas de miles de personas sin hogar, acuciadas por el hambre y la violencia sin control que se ha despertado al calor del caos causado por el terremoto y que han convertido la ciudad en una zona peligrosa incluso para los equipos que venían desarrollando hasta ahora las labores de rescate. En la ciudad se prende fuego a los cadáveres abandonados en plena calle, mientras los supervivientes pasan junto a ellos sin mirarlos, como si se tratase de una situación normal.

Uno de esos cadáveres quemados podía encontrarse en las inmediaciones de la Catedral, cuya destrucción ejemplifica el destino de todo un país. Las catedrales francesas han acordado iniciar una campaña para la reconstrucción de este simbólico edificio.

Continúa el baile de cifras respecto al alcance de la tragedia. Si el lunes el ministro del Interior haitiano elevaba a 200.000 los muertos del terremoto, ayer el departamento de Protección Civil de la República estableció la cifra de fallecidos en 75.000, con un cuarto de millón de heridos y un millón de personas que han perdido sus casas. Estas cantidades se antojan, sin embargo, escasas y puede que en los próximos días, conforme avancen las labores de desescombro y recuperación de los cadáveres enterrados, crezcan de forma espeluznante.