Ankara, Agencias

Un terremoto de 6 grados de magnitud en la escala de Richter hizo temblar ayer la tierra en Turquía. El terremoto, que se registró de madrugada en la provincia de Elazig, dejó un balance provisional de 51 muertos y 71 personas heridas, según adelantaron las autoridades turcas, que también avanzaron que «ya no quedan» personas atrapadas bajo los escombros.

Durante toda la jornada se detectaron unas cuarenta réplicas, y los expertos indicaron que podrían producirse aún algunas más. Por precaución, las escuelas en las provincias de Elazig y Tunceli permanecieron cerradas.

La debilidad de las edificaciones de la zona, fundamentalmente de adobe, no ha resistido la intensidad del temblor. Las autoridades y también los expertos atribuyeron a esta circunstancia el elevado número de fallecidos. El primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, declaró desde Ankara que no fue el terremoto en sí, sino el tipo de edificaciones, lo que acabó con la vida de 51 personas, una cifra que se dio por válida después de que a primera hora de ayer se hablase de 57 muertos. «Desgraciadamente, las casas hechas de ladrillos de adobe son parte de la arquitectura de la región. Hemos dado las órdenes a las autoridades provinciales para que cambien las estructuras arquitectónicas en la zona», declaró el jefe de Gobierno, que también advirtió a la población de que no entre en sus viviendas.

Las condiciones de las edificaciones tampoco pasaron desapercibidas para los habitantes de la zona. «No puedo imaginar cuántas víctimas habría habido si hubiéramos tenido aquí un terremoto como el de Chile», declaró un vecino.

Las advertencias del primer ministro son, de hecho, una constante en Turquía desde el terremoto que en 1999 devastó la región del Mármara, afectó a Estambul y dejó 18.000 muertos. Un reciente informe del Colegio de Ingenieros Civiles alertó de que un fuerte temblor en las cercanías de la metrópolis eurasiática podría provocar 150.000 muertes.