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El patriarca gitano de Mieres pide calma: «Que nadie intente nada»

El patriarca gitano de Mieres pide calma: «Que nadie intente nada»fernando geijo

Los jardines que se encuentran en las inmediaciones de los juzgados de Mieres fueron ayer, durante casi ocho horas -el tiempo que permaneció la familia Vargas prestando declaración- el punto de encuentro de decenas de miembros de la familia Ferreduela. Fueron llegando poco a poco. Los más madrugadores lo hicieron pocos minutos después de la diez de la mañana y se encontraron al patriarca de los Vargas y a su hijo Carlos dentro de un furgón de la Guardia Civil situado a las puertas del Juzgado. Los agentes tuvieron que introducir a los detenidos con urgencia dentro del edificio judicial. «Ya estarás contento, ya tienes lo que buscabas», le espetaron los primos de David Ferreduela al «jefe» de los Vargas. «Un patriarca no manda a sus hijos armados a una pelea a matar niños y mujeres», insistieron los familiares de los fallecidos, que aseguraron que sus agresores «dispararon indiscriminadamente contra todos los participantes en el cumpleaños, incluidos los niños».

Los familiares más jóvenes de los dos gitanos muertos en el trágico tiroteo de Ujo volcaron ayer en insultos hacia los Vargas toda su frustración e impotencia. Clamaron venganza en las puertas del Juzgado, mientras que los dirigentes de la familia se limitaron a pedir justicia. El padre de David Ferreduela, el pastor Narciso Ferreduela, dio un ejemplo de serenidad. Literalmente roto por el dolor, evitó encolerizarse con los detenidos: «Lo que ahora quiero es que la gente conozca lo buena persona que era mi hijo». Fundador de la asociación Progreso Gitano, el joven fallecido era un referente para todos los miembros de su generación, que incluso le daban, sin serlo, tratamiento de patriarca.

El actual patriarca gitano de Mieres, Jaime Jiménez, también intentó por todos los medios infundir calma entre su gente: «Por la boca todo lo que queráis, pero que nadie intente nada, antes id a por mí», dijo a los suyos poco antes de que la familia Vargas abandonara el Juzgado. Este respetado líder gitano medió con las fuerzas de seguridad y evitó cualquier tipo de conato de enfrentamiento físico. Ahora bien, parte de los Ferreduela se desahogaron a grito tendido a la puerta del Juzgado: «¡Asesinos!», fue la palabra más repetida. Esta familia también se preguntaba: «¿Cómo es posible que tuvieran en casa un arsenal de armas y se consideraran cristianos?». El despliegue policial en la puerta del Juzgado de Mieres fue espectacular. Además, una sección de intervención la Guardia Civil, llegada desde León, estuvo todo el día acuartelada en Mieres como fuerza de emergencia.

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