Los vecinos de la Urbanización Santa Olaya, en el barrio gijonés de El Natahoyo, se despertaron ayer con cierto grado de estupefacción al enterarse de la detención de una vecina de 26 años que mantenía a sus dos hijos en un piso en condiciones insalubres. Apenas algunos de los residentes del mismo portal en el que vive la joven madre, junto a otra mujer, se percataron de la intervención policial en el momento del arresto, que se produjo en la madrugada del domingo. Lo que sí estaban más extendidas en ese edificio eran las quejas vecinales por "ruidos" y "muy malos olores" provenientes de la vivienda donde estaban alojadas ambas mujeres junto a los dos menores.

"Hace como un año que vinieron a vivir aquí. La gente se quejaba mucho de que metían mucho ruido", cuenta una vecina del edificio. Los residentes del portal explican que en el piso en el que intervino la Policía "ponían música a toda pastilla a veces por la noche" así como que "metían un montón de ruido subiendo y bajando por las escaleras".

Pero, además del ruido, la acumulación de basura y desechos en el interior del piso alcanzó tal magnitud que ya generaba problemas de pestilencias en el vecindario. "Sobre todo los vecinos de arriba se quejaban de que suben muy malos olores", narra una residente.

La familia de la amiga de la madre de los dos niños, de 6 y 3 años, es conocida por los vecinos del inmueble. Especialmente su abuela, quien antiguamente residía en el piso, antes de que se trasladase a otra ciudad para vivir acompañada de un familiar por cuestiones de salud. "Es increíble. Si la abuela volviese y viese el piso en ese estado... Ella, que lo tenía impecable...", asegura una vecina que lleva años residiendo en la zona.

Más allá del portal número 19 de la calle Ceriñola, en el resto de la urbanización, que es de considerable extensión y tiene varios portales y decenas de viviendas, había un desconocimiento generalizado de los problemas de convivencia que generaban las vecinas de ese inmueble, que ayer permanecía con las persianas cerradas.

Las fuertes sospechas sobre su situación y, por ende, la de los dos menores que convivían con ellas, se limitaban así a los vecinos que residen en los pisos más cercanos. De hecho, fue un residente el que alertó el Cuerpo Nacional de Policía, que acudió al inmueble y se encontró con unas condiciones de enorme insalubridad.

Pero, además del palpable descontento vecinal por los problemas de ruidos y olores provenientes del piso habitado por las dos mujeres, algunos vecinos apuntan a indicios de malos tratos y a la posible ausencia de condiciones de vida dignas para los niños, a los que a veces veían jugar en la urbanización con dos perros, "uno grande (el pitbull) y otro pequeño".

De hecho, alguna vecina del portal expresa su sospecha de que a la niña mayor "no la deben de llevar mucho al colegio, porque siempre está por aquí y no parece que madrugue". E incluso asegura que "el otro día vimos que (una de las dos mujeres) le pegaba una patada a la cría". Asimismo, los vecinos confirman que desde la ventana de la casa "se tiraban cosas".