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"Los italianos están en shock por la tragedia", según un geólogo ovetense

Una asturiana que vive en Génova alerta del escepticismo sobre la reconstrucción

El geólogo ovetense Diego González está trabajando en su tesis doctoral en la Universidad de Perugia, ciudad transalpina situada a escasos cien kilómetros de distancia del epicentro del letal terremoto que se ha cobrado 250 vidas en el centro de Italia. "Aquí se sintió bastante, pero las zonas verdaderamente dañadas son aquellas que contaban con cascos históricos nada preparados para hacer frente a seísmos tan fuertes", advierte este asturiano de 33 años en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA. González subraya que el territorio devastado por el temblor de tierra presenta un "alto riesgo sísmico" y asegura que los italianos están en "shock" ante la tragedia.

La comunidad asturiana en Italia es partícipe tanto del dolor como por la catástrofe repetida en menos de una década como de las dificultades para poner en marcha la necesaria reconstrucción de las comunidades dañadas por el movimiento sísmico. La ovetense Beatriz Álvarez Villanueva, residente en Génova, puso ayer de manifiesto la sensación reinante entre la población ante las promesas, ahora renovadas, de devolver la vitalidad y la actividad a las zonas más castigadas. "Por desgracia, después de la experiencia del terremoto de L`Aquila, hace siete años, las ayudas de las instituciones se esperan con escepticismo".

La ovetense, que se enteró del terremoto por la radio, hace hincapié en que "la burocracia ha frenado obras de reestructuración y restauración, el comercio y la economía siguen estancados, el Estado no hizo casi nada de lo prometido y ahora salen a la luz relaciones mafiosas durante la asignación de obras públicas".

Precedente desalentador

Y es que son muchas las localidades de la región de Abruzzo, donde se localizó el seísmo de 2009, en las que se teme que no se complete nunca la reconstrucción prometida y sus habitantes tengan que vivir en campamentos de casas prefabricadas. Siete años después, el centro histórico de L`Aquila sigue cerrado y en obras, tras un terremoto que se llevó 309 vidas, dejó 1.600 heridos y a 65.000 personas sin hogar y miles de millones invertidos que generaron un reguero de juicios por corrupción en las contratas de reconstrucción.

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