Su museo

La aportación al Bellas Artes

La noticia del fallecimiento de Plácido Arango nos ha dejado a todos los que formamos la familia del Museo de Bellas Artes de Asturias literalmente consternados. En primer lugar por inesperada y en segundo lugar porque en la vida parece que haya personas que, por la profunda huella que han dejado gracias a sus actos, no deberían morir nunca.

En este sentido, si tuviéramos que valorar la aportación de Plácido Arango a la cultura asturiana, seguro que tendríamos que utilizar adjetivos que a él, persona de gran prudencia e incluso cierta timidez, le ruborizarían. De gigantesco, sin precedentes o incluso irrepetible es como podría calificarse ese papel, siempre hecho con la mayor discreción, una marca de la casa, rehuyendo de cualquier exhibicionismo o impostura. En lo que a su aportación al Museo de Bellas Artes de Asturias se refiere, ésta quedará por siempre para la historia, pues su donación al mismo de un total de 34 obras procedentes de su colección, obras maestras todas ellas de nuestro patrimonio histórico-artístico, no tiene precedentes. Una donación hecha sin ningún tipo de cortapisas ni contrapartidas, para todos los asturianos y para siempre, además en un momento muy crítico, pues la institución llevaba ya muchos años sin tener dinero para poder seguir ampliando sus colecciones y ello estaba repercutiendo en su proyección. Y una donación, a todas luces extraordinaria, que pudo verse en el Museo a lo largo del primer semestre de 2018, en presencia del donante y en uno de los días, el de su inauguración, más felices para la institución y estamos convencidos que también para él, pues la hacía al Museo de referencia de la tierra de sus padres. A ellos, a Jerónimo y a María Luisa, era a quienes estaba dedicada.

Plácido Arango se refería al Museo de Bellas Artes de Asturias como su Museo, lo cual habla del inmenso cariño que sentía hacia él y de lo pendiente que siempre estaba de cómo le iban las cosas: de cómo tenía que crecer su organigrama, de cómo se le debía dotar presupuestariamente, de su programación, de las publicaciones que de él emanaban, etc. No en vano era nuestro Patrono de Honor, siempre informado y atento a su discurrir. De todo ello estuvimos hablando la última vez que nos vimos en octubre del año pasado y también la última vez que hablamos por teléfono en enero del presente. Y hoy nos ha llegado la inesperada noticia de su muerte, que nos ha sumido en un profundo dolor. Descansa en paz, querido Plácido. Nosotros, los de tu Museo, nunca te olvidaremos.

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