El 1 de marzo de 2016 el expresidente Rodríguez Vigil era entrevistado por LA NUEVA ESPAÑA sobre las protestas que los herederos de fallecidos en dependencias del ERA estaban realizando por la forma desorbitada en que se estaban liquidando las deudas. El señor Vigil, sintiéndose "padre" de la red de residencias de Asturias, se permitió calificar estas reivindicaciones de "sinvergonzonería" (¡que ya es faltar!), y retrató a las familias como pícaros del Siglo de Oro que pretendíamos que la Administración nos cuidara a los abuelos gratis y, "encima", queríamos heredar sus pisos "tan ricamente". Gruesas palabras que superó cuando definió los intentos de políticos de paralizar las liquidaciones de populismo fascistoide o peronistoide, y con este remate insidioso se quedó tan a gusto el Sr. Vigil.

Yo nunca tuve la sensación de haber ingresado a mi tía para que me la cuidara la administración gratis (y "encima heredar su piso"), sino que creí que estaba haciendo uso de un servicio público creado con este propósito y, ciertamente, el mejor lugar donde podía estar atendida dadas sus circunstancias de salud y dependencia.

La deuda que a mí se me reclamó el ERA en su día fue de algo más de 40.000 euros por cinco años de residencia, esto es, el pago íntegro del coste de la plaza, sin copagos ni descuentos.

Pero en esto llegó Ángel Rodríguez, presidente de la Plataforma de Afectados por las Deudas del ERA y, junto con la Junta Directiva, comenzó a reclamar lo que en justicia correspondía, esto es, el CO-PAGO (y no el pago íntegro) resultante de las calificaciones de dependencia de los mayores, que debía complementarse con el CO-PAGO que correspondía realizar a la Administración hasta el coste total de la plaza (basado en la evidencia de que para que exista un copago debe haber, al menos, dos pagadores). Ángel creó una asociación de más de 300 socios, realizó reuniones sin descanso, abrió locales de información en las principales ciudades de Asturias; logró, junto con Rosa Espino, de Podemos, que se promoviera una Ley y un Decreto que la desarrolla y, finalmente, una Comisión de Investigación en la que cuatro exconsejeras entonaron el mea culpa y reconocieron la existencia de garrafales errores en el cálculo de las liquidaciones.

Errores que han motivado la realización nuevamente de todas las liquidaciones por parte de la exconsejera Pilar Varela, valiente como pocos, ascendiendo la mía ahora a 5.600 euros de deuda: esto es, la friolera de ¡34.500 euros menos! que las cuentas que alababa Sr. Vigil; y que debo agradecer, como cientos de personas más, a la tenacidad de Ángel Rodríguez, a quien quiero rendir público reconocimiento con este billete.

Del metepatas del señor Rodríguez Vigil, qué se puede decir que no se haya dicho ya. Valdrá más callar.