La ecuación electoral del 26 de mayo en Avilés consiste en despejar tres incógnitas. La primera es la capacidad de movilización del PSOE, que afronta el reto de arrastrar a las urnas al grueso de sus fieles por segunda vez en un mes sin renunciar a pescar en otros caladeros. La segunda está relacionada con la gran fragmentación desde el centro hacia la derecha, con nada menos que cinco formaciones dándose codazos por un hueco (PP, Ciudadanos, Vox, Foro y UCIN). Y, por último, habrá que ver cómo funciona la fórmula de Cambia Avilés, la alianza local entre Podemos e IU (que concurren por separado a las autonómicas) y la capacidad de Ganemos para competir en ese lado del tablero. Las cartas están echadas. A jugar.
