El pasado viernes, día 2, tuvo lugar en la Casa de Cultura Marta Portal el nombramiento de Amigo de Nava, a título póstumo, de D. Enrique Díaz Mayor, distinción que su viuda, Martha Pérez Méndez, recibió en su nombre. José Enrique (1915-2005), naveto de Tresali que residía y falleció en Buenos Aires, fue autor de la "Biografía del Concejo de Nava" y nombrado hijo predilecto del concejo en 2000. Y este es el texto, resumido, de mi intervención en el citado acto.

"Como es bien sabido, ocurrió que cuando José Enrique Díaz Mayor fue nombrado, en 2000, hijo predilecto del concejo, no le fue posible, por causas de fuerza mayor, desplazarse a Asturias para estar presente en el acto celebrado con tal motivo, como, sin duda, hubiera sido su deseo.

Es igualmente bien conocido que José Enrique, con independencia de su vida profesional y familiar, puso todo el empeño en mantener, en el fondo de su corazón, un lugar de privilegio para su querida tierra de Nava y, por extensión, a la de toda Asturias en general. Y pienso que, con toda seguridad, se encontraría en ese núcleo esencial la imagen y el perfume del castañeu de Burbaya, en el que tuvieron lugar sus juegos de niño, que tan bien evocó mi amigo Saúl Torga, como buen conocedor tanto de nuestro hombre como de aquel entorno.

Pero no quedó la cosa en eso de tener siempre presente a Nava, y a Asturias, sino que, como hombre que era dotado de gran preparación, que abarcaba, además, un horizonte cultural muy amplio y contaba, también, con gran capacidad de trabajo, dedicó José Enrique una parte muy importante de su tiempo a investigar, estudiar, escribir y pensar en su tierra naveta, y también en la asturiana, pues tal era la pasión que sentía por el conocimiento de nuestras cosas. Siendo buena prueba de su empeño y dedicación los reconocimientos alcanzados, y de su laboriosidad la propia relación de sus trabajos, tanto de investigación como literarios y periodísticos, cuya simple enumeración resulta, sencillamente, apabullante.

Del mismo modo, estoy convencido de que, con esa doble percepción, o desdoblamiento, si así puede decirse, que es condición que los emigrantes poseen y siempre afinan, José Enrique, cuando se encontraba en su domicilio de Palermo, o por sus tierras de Pehuajó, tendría ocupada la memoria, siquiera por un instante, con el vivísimo recuerdo de su casa de Tresali (o de la iglesia, o del castañeu de Burbaya), y que, por el contrario, cuando venía a Asturias y se encontraba en Tresali, tuviera igualmente presentes las vivas imágenes de Palermo, Buenos Aires y Pehuajó.

Pero, si como ya quedó apuntado, José Enrique, lamentablemente, no pudo acudir a recibir en persona su nombramiento de Hijo Predilecto, tenemos, en cambio, la suerte de poder contar esta tarde con la presencia de su viuda, la estimada señora Martha Pérez Méndez, cuya compañía nos alegra muy sinceramente.

Martha, que contrajo matrimonio con José Enrique en 1952, define en la prensa a su esposo como "un hombre divertido, ameno e inteligente, al que le apasionaba la cultura". Voy, entonces, a intentar cerrar este círculo ajustando el texto de una frase muy conocida a la circunstancia que hoy nos reúne, aseverando, con total convencimiento, que al lado de un hombre importante hay siempre una compañera leal, una mujer comprensiva e inteligente. Porque es así, precisamente, como yo veo, con el mayor respeto, la figura de Martha.

Y como su presencia de hoy la ligo y asocio también al recuerdo de la figura del que fue su marido, me van a permitir ustedes una evocación, o si quieren, una ocurrencia; puedo percibir ahora, en el aire de esta sala, el aroma del tabaco que José Enrique fumaba en su pipa.

Por último, solo me queda añadir que constituye para mí un honor participar en esta celebración, tan justificada como emotiva, que me ha permitido, por un lado, avivar el recuerdo de la figura de José Enrique Díaz Mayor, en toda la amplitud de su significado y, por otro, disfrutar con la presencia de Martha y de todos ustedes".