Parece que determinados programas de televisión que tratan de mostrar habilidades tradicionalmente vinculadas a la familia sorprenden a televidentes. Seguro que a quienes tuvimos la suerte de nacer en un hogar con exiguos recursos económicos y abundante cariño el "Masterchef" y "Maestros de la costura" nos parecerán paparruchas. Lo serio era lo que hacían nuestras madres. Sin tener supermercado al lado y con cuatro cosas preparaban platos que sabían a gloria y que siguen impregnando nuestras papilas gustativas. Y dar de comer a nueve en mi casa se las traía. Así que yo creo que he vivido la multiplicación de los panes y los peces. ¿Y la costura? zurcir los "tamates" de calcetines, con el huevo de madera dentro y con un repasado perfecto en trama y urdimbre no está al alcance de maestrillos. Convertir un jersey viejo, después de deshecho, en otro nuevo retejiendo la lana, era habilidad hoy fuera del alcance de casi todos nosotros. Hacer del pantalón del hermano mayor uno para el siguiente, sin haber ido a ningún curso de corte y diseño, eso sí requería maestría. Así que ahora que se habla de ser feminista o no, creo que lo soy. A nadie admiro más que a una mujer a la que vi llorar y reír con el trabajo del cada día. Seguro que todos los que sabemos de dónde venimos somos feministas.
