No da el día para tanto sobresalto, ni la noche para asimilarlo. La paz y el sosiego que me imagino pide Pedro Sánchez, esos 100 días de gracia, y que la oposición e incluso los suyos le niegan, se lo conceden los sindicatos de las Cuencas. La manifestación por el futuro de los territorios mineros se aplaza a ver qué políticas aplica el presidente del Gobierno. Parece razonable. Ver veremos y esperemos. El reloj corre y no hay que demorar soluciones. Aguardar no es conceder. Las Cuencas no tienen tiempo que perder. Menos fácil se lo ha puesto Màxim Huerta como ministro de Cultura, con razón o sin ella, o en colores grises, no le quedó más remedio que irse. Sánchez dijo que no podría tener en su equipo a alguien que haya creado una sociedad para evadir impuestos. Ni la selección española esquiva la trepidante actualidad con cambio de entrenador. Esto es un sinvivir. Sánchez, en las Cuencas, tiene un respiro. Veremos si para bien.
