La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A mi aire

Mercados

Los días de comercio en las calles de Sama y La Felguera

Cada cierto tiempo, en coincidencia con mis paseos por los mercados de Sama -los lunes- y La Felguera -los sábados-, me entra cierta nostalgia al recordar lo que eran en otros tiempos y en lo que se han convertido actualmente.

Sin duda han perdido la gracia de antaño. En el momento actual son un calco los unos de los otros, centrados en la venta de ropa y calzado, saldos de libros, abalorios, algún producto de la huerta y poco más.

Muy lejanos quedan los tiempos en que te podías encontrar con vendedores no solo de Asturias que ofertaban toda clase de productos de nuestra región, sino de otros llegados de más allá de Pajares como textiles de Béjar o Palencia, mieleros de la Alcarria, embutidos de León o Extremadura, y quesos de La Mancha.

A ellos, entre otros, se unían charlatanes con sus increíbles ofertas, adivinos que te sorprendían con sus aciertos o vendedores de potingues de propiedades curalotodo.

Todo aderezado con el ambiente festivo alrededor de todo ello, con gentes de todo el valle, que incluso pasaban el día por la zona, con especial incidencia en Sama por su mercado del ganado.

¿Ahora? Cada semana resulta una reiteración de más de lo mismo, sin ninguna variedad, los mismos puestos, las mismas gentes y menos gracia en los vendedores, aunque aún quedan algunos con pizca de gracejo y salero, como honrosa excepción.

No voy a caer en el manido tópico de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en el caso que me ocupa de los mercados tengo el convencimiento que así es.

Obviamente tiene que haber para todos los gustos, pero según los que uno conoció en otros tiempos no tienen mínima comparación con los actuales.

Y no se trata de contar "batallitas de abuelitos", sino constatar una realidad que salta a la vista, que muchos habrán conocido de primera mano, y puedo imaginarme que como uno mismo, sentirán un ramalazo de nostalgia de aquellos tiempos de auténticos mercados, y no sucedáneos como los actuales, equiparables a cualquier mercadillo de los que abundan por todos los sitios.

Compartir el artículo

stats