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Dando la lata

Que me bajo

El desolador panorama político nacional y el desencanto general

Paren, que me bajo. Es lo que me pide el cuerpo. En el Congreso de los Diputados llamándose "fascista", "golpista", que me escupiste, insultándose unos a otros. ¿Pero qué basura nos está representando? Bueno, y lo del "manoseo" político del poder judicial, ahora sin el menor disimulo, yo pongo a éste, tú pones a aquél y con el mando a distancia controlamos la "orientación" del Supremo. Y hemos escuchado a toda una ministra, antes fiscal, hablando con un siniestro policía sobre altos cargos de la justicia española que se dejan acompañar por señoritas menores de edad en sus viajes oficiales. Dios mío, ¿en qué manos estamos? ¿Y no se denuncia algo así? ¿Continúan esos sujetos en sus puestos impartiendo justicia? Y sigue saliendo mierda del PP. Es como el volcán Kilauea, venga a soltar lava. No hay quien lo tapone. Y los esfuerzos del PSOE para enterrar el gigantesco latrocinio los ERES andaluces son verdaderamente notables. Y putas pagadas con la visa de la empresa pública de turno. Y las puertas giratorias funcionando a todo trapo a pesar de que se prometió lo contrario. Y el tal Villarejo, habitante de las pestilentes cloacas del Estado, grabando las conversaciones de todos estos gilipollas, torpes aprendices de Maquiavelo. Y el conflicto catalán convertido en un lodazal. La verdad, es como para mandarlos a hacer puñetas y declararse apátrida. Fulleros, tramposos, evasores, defraudadores, rufianes, charlatanes, falsificadores de la democracia, farsantes de la separación de poderes. Qué gobierno tan decepcionante, tan rebosante de sociedades instrumentales para escaquear impuestos, tan vacío de contenido, tan contradictorio entre lo dicho y lo hecho. Y qué oposición, madre mía, que logra ser aún más lamentable que el gobierno que critica. La democracia no es esto. Y si lo es, dejaré de ser demócrata. Han conseguido que no me sienta representado por nadie, que cada día me aleje más de ellos, que deteste un sistema que degeneró de tal manera que se ha olvidado de los cuarenta millones de españoles que lo financia.

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