Cristina Cifuentes tiene dos procesos en marcha, uno ante los Tribunales de Justicia y otro ante la Asamblea de Madrid, ambos por el dichoso máster en la Universidad Juan Carlos I.
Así, ayer, seis de marzo, le tocaba presentarse en la Comisión de Investigación de la Asamblea de Madrid. Y Cristina se presentó, pero no dijo ni papa. Es más, no contestó cuando un asambleísta le dio los buenos días y a continuación le preguntó cómo estaba. La ex presidenta no debiera de estar muy bien, ni de humor ni de oído, porque nada respondió.
Y como debía de haber recibido instrucciones al efecto de no responder a pregunta alguna, la Comisión dio por cerrada la investigación, doña Cristina se levantó, cogió el ascensor que daba al garaje y se esfumó por donde había llegado.
Evitó así hablar de su máster, y que le volviesen a sacar el asunto de las cremas sustraídas en aquel supermercado donde la pillaron infraganti y que unas cámaras bien puestas vieron como unos vigilantes la descubrieron.
Es no dar ni una. Una persona que llega bien lejos en la política, ilustrada y amparada por sus jefes de filas, muestra fallos que pocos conocían. Y cuando se le descubren sus miserias, hasta su familia se avergüenza. Ya lo dice el refrán: "No lo hagas y no lo temerás".
