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Seamos hombres, seamos feministas

La igualdad es un camino en el que no se puede dar ni un paso atrás

En la histórica lucha de la mujer por alcanzar la plena equiparación de derechos, una vez que la inmensa mayoría de ellas han hecho de esta reivindicación una labor diaria, es el momento de que el mensaje feminista se dirija hacia nosotros. Los hombres aún tenemos mucho por decir y por hacer.

Quizás un punto de partida sea revolvernos ante aquellos que establecen un mismo trato para feminismo y machismo o quienes afirman que si la mujer dispone anualmente de un día para visibilizar sus demandas también el hombre debe contar con un jornada semejante. Expongámosles que -al margen de toda interpretación- el feminismo no es otra cosa más que la apuesta por la igualdad entre ambos géneros, mientras que el machismo es sustento de una primitiva superioridad del varón. Respondamos que será necesario un "Día del Hombre" cuando por razón de nuestro sexo seamos discriminados e incluso asesinados.

Esta lucha de las mujeres -uno de los movimientos reivindicativos más importantes del pasado siglo XX y protagonista de este nuevo siglo- es patrimonio de toda ideología, a izquierda o a derecha, que defienda la libertad del ser humano. En una comunidad en la que la igualdad no impera entre sus miembros no existe una auténtica libertad.

Por supuesto que hay quienes patrimonializan la causa feminista, son aquellos que emiten "certificaciones" de buen o mal feminista dependiendo de que se compartan o no sus medios para alcanzar la deseada igualdad. Del mismo modo que hay quienes recurren al fácil pero infructuoso camino de la radicalidad. ¿Qué causa digna en la historia de la humanidad no ha sido instrumentalizada por algunos con fines bastardos? Creo que ninguna; por ello -al margen de nuestra ideología- nada debe alejarnos del auténtico fin de esta lucha. Exijamos a nuestros representantes políticos, especialmente a los hombres, que no den ni un paso atrás en los acuerdos mayoritariamente alcanzados para proteger a las mujeres de quienes las consideran una propiedad a la que incluso pueden quitar la vida. No dejemos un hueco en el debate político más que para acciones dirigidas a ampliar la equiparación de derechos entre mujeres y hombres.

Si bien es posible cuidar -sin caer en esperpénticas exageraciones- nuestro vocabulario y formas que en muchas ocasiones sin que esa sea la intención, fruto de arcaicas costumbres, denigran a la mujer, es de obligado cumplimiento aislar socialmente a quienes acosan y maltratan. Ni la más mínima comprensión con aquellos con los que compartir género debe avergonzarnos.

Veamos con respeto y reconocido mérito cada día del año, a nuestras madres, parejas, amigas, compañeras de trabajo? como personas que en sus evidentes -y yo diría que maravillosas- diferencias con nosotros ejercen con la dificultad de la aún presente discriminación los mismos derechos y obligaciones que cualquier hombre.

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