Esta semana se cumplen nueve años de la trágica muerte de nuestra amiga Emy. Fue otra víctima de la violencia de género. Pero, para quienes la conocimos, es nuestra rosa particular, entre las 990 que han perdido la vida en España, desde que existen estadísticas al respecto para ese tipo de sinrazón.
Repongo parte de las palabras que le dediqué en mi blog, porque cada Abril seguimos sintiendo la atrocidad de la noticia como el primer día:
Los rincones donde nos cobijábamos me transportan todavía a la memoria de nuestras aventuras comunes, trotando por los caminos de Soto y Agues,.
Fuiste nuestra pionera con los ídolos del momento (Libertad mi sola amiga cuando era un inocente y pensaba que la gente era toda amiga mía?), y quien nos acercaba a los aires urbanos, cuando los fines de semana nos reencontrábamos en el banco de piedra de Casa Domitila.
Paseabas cogida del brazo de tu madre la última vez que nos vimos; un día de las fiestas del Carmen. El mágico color rojizo que saca la puesta de sol a la peña Cuyargayos, para nada hacía presagiar el trágico final.
A veces, me sorprendo mirando la ventana de tu habitación, como si el tiempo no hubiese pasado. Hasta siempre, Amiga, "qué dulce y qué sencilla esa palabra suena hoy", que dice la canción.
