Hay un cierto infantilismo antropológico inmutable en el ser humano. Cómo si no se explican las regresiones que experimenta de forma periódica. La última es el redescubrimiento de la "madre" de algunos alimentos. Tras años de comer pan bueno y natural, nos han atiborrado del congelado de consumo rápido. Pero hete aquí que de repente aparece como milagro el pan con masa madre. ¡Coño, la de toda la vida! Algo parecido ocurre con la sidra. Después de despreciarse la botella en la que se dejara ver la madre de la manzana, que los enólogos y demás se encargaron de eliminar, ahora nos la vuelven a vender (sidra sobre madre) como la esencia de la bebida más natural. ¡Coño, como siempre! Lo mismo sucedió con los taninos del vino que dejaban poso y a algunos nuevos bebedores no les gustaba. Ha vuelto la madre de los alimentos, la de siempre, la que no ha debido desaparecer para redescubrirla ahora, pero más cara, claro. Somos antropológicamente tontos...
