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A mi aire

La ley de Murphy

No creo que quede nadie que desconozca la Ley de Murphy, no obstante, por si de casualidad algún despistado la ignora nos viene al pelo recordarla, vista la situación de pandemia mundial a cuenta del Covid-19.

Básicamente se dedica a glosar los infortunios diversos, no resultando precisamente optimista. Son dos sus más conocidas acepciones: "Si algo malo puede pasar, pasará" y "Cualquier mala situación es susceptible de empeorar".

Así que, como se barruntaba desde el inicio de la situación actual de alarma a cuenta del Covid-19, ya es oficial la prorroga de otra quincena del confinamiento en que estamos inmersos y una buena mayoría de ciudadanos ya nos daríamos con un canto en el pecho si el 11 de abril todo se fuera normalizando, pero Murphy es una cabrón de cuidado.

No cabe la menor duda de que en el momento actual resulta prioritario salvar el mayor número de vidas posibles, dejando a un lado, sobre todo, los fallos e improvisaciones que se hayan podido cometer -que saltan a la vista- y cuando todo acabe será el momento de analizar con calma, pedir repuestas o responsabilidades.

Va a ser extremadamente difícil no quedar atrapados en la citada Ley, más en esta situación insólita para una amplia mayoría, pero con coraje, unión, y sobre todo siendo solidarios y cumpliendo a rajatabla las normas dictadas, pienso que al final veremos la luz que indica el final de este largo túnel en el que estamos metidos.

Cada mañana cuando levanto la persiana de mi habitación me encuentro con dos cristaleras de la casa de enfrente, literalmente empapeladas por un niño de unos siete años -Unai- que nos anima con dibujos del clásico arco iris y el eslogan ya popular de "yo me quedo en casa" y otras frases para sobrellevar estos días.

Un precioso ejemplo que todos deberíamos de interiorizar.

¡Tenemos que desterrar a Murphy! Entre todos lo conseguiremos.

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