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DANDO LA LATA

Un beso

El amor y la sexualidad entendidos en actitud y tono belicoso

Soy bastante malo adivinando la edad de la gente, pero les echo unos 16 años. Dos chicas, cogidas de la mano, sin mascarillas, esperan el ascensor cuando yo entro en el portal. Me miran de reojo, se sonríen y se dan un beso apasionado culminado con una nueva miradita maliciosa, como de "atrévete a decirnos algo, vejestorio". Montaron en el ascensor y desaparecieron entre risitas.

Creo que nunca me importó la opción sexual de nadie. Y si en algún momento de mi vida lo hizo, el tiempo acabó borrando ese error. Sencillamente, me da lo mismo. Y, sí, puede ser una utopía, pero sueño con un mundo de seres humanos libres y formados que respete el principio de que cada uno haga con su vida lo que quiera evitando dañar a los demás.

Que dos mujeres se besen, o dos hombres, o una mujer y un hombre, es esencialmente igual, y así debería ser entendido por la sociedad, pues lo importante es que esas personas se quieran, se entiendan y se cuiden.

Lo triste del tema es que miles de años sobre este planeta no han sido suficientes para aceptar algo tan evidente como el derecho de cada uno a vivir en libertad y la obligación general de respetarlo.

Que esas dos chicas se besaran no me causó ninguna molestia; sin embargo, sentí pesar por su gesto, como de reto, de territorio en guerra, en dos niñas, porque eran poco más que niñas, que con sus cortas edades ya afrontan el amor y la sexualidad en tono belicoso frente al mundo cuando, a mi entender, debería ser el asunto más íntimo y pacífico, reservado en exclusiva a las partes directamente interesadas y ajeno al resto, que no tenemos más papel que desearles felicidad.

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