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A CONTRACORRIENTE

Emprendedor en Nueva York

Javier García Calvo, natural de Laviana y empresario con setenta empleados en Estados Unidos

Llegó a Nueva York siendo un crío. Su familia, padres y dos hermanos, emigró a esa ciudad norteamericana buscando mejores medios de vida. Un reclamo familiar fue el acicate para buscar otros aires renovados y comenzar de cero. Los inicios fueron duros, pero con perseverancia y tesón esta familia lavianesa logró hacerse un hueco en el campo de la panadería y derivados. Y Javier García Calvo, el americano, como lo conocen sus amigos de Pola de Laviana, vivió a fondo la pequeña empresa de sus padres, Luis y Ana María, y con temple, organización y estudios de mercadotecnia, amplió ese negocio enfocándolo a la venta de empanadillas y productos españoles.

En la ciudad norteamericana, Javier ve pasar la vida con un ajetreo inusitado para controlar su almacén y varias tiendas, tipo granja, con una plantilla de unos setenta empleados. En la séptima avenida y en el extenso distrito de Queens es donde tiene sus negocios que, según apunta Javier, van por buen camino. Su mujer Paola Saavedra y familiares llevan el peso de la empresa, siendo Javier quien se encarga de supervisar la calidad de los productos y de las relaciones públicas. La clientela de sus tiendas es muy variopinta, pero los hispanos, taxistas, comerciales y especialmente muchos deportistas como los jugadores David Villa y Pirlo, del equipo de fútbol local, son sus seguidores. Empanadillas de varios tipos y sabores, vinos y productos españoles, conforman un abanico gastronómico que engancha al parroquiano que gusta de sensaciones mediterráneas y hasta cierto punto exóticas. En Nueva York ya se le conoce en los ambientes del sector hostelero como el "Rey de las empanadillas" y no es para menos. En sus locales, con nombres tan significativos como Laviana, la Chalana, Caso o Nalón, las empanadillas, fritas y al horno, el jamón, los embutidos y casadielles, son las delicias de los neoyorquinos. Y Javier con su gracejo lavianés señala que pronto se lanzará a probar con la Pegarata, los Bartolos y la sidra. Tiempo al tiempo. Un joven emprendedor de cincuenta años con vocación laboral y mucho sentimiento, junto con la promoción Asturiana y lavianesa por bandera. Una manera de sentirse a gusto y hacer de embajador de su Pola natal día a día. Y el recuerdo de sus padres, Luis y Ana María, sigue presente de manera perenne. Todo un activo empresarial en el corazón del mundo.

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