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Arte

Vivir el arte como terapia ocupacional

Una receta: la exposición de obras del Certamen de Villaviciosa que ganó Victorero

"Sol Azul IV", acrílico/tela de Javier Victorero.

Hace días oí comentar por la radio que en uno de los Estados de Norteamérica se había extendido entre algunos médicos la peculiaridad de recomendar como terapia para determinados clientes la visita a los museos. El comentario se ampliaba luego al hecho de que, del mismo modo que hacer deporte o yoga se estaba convirtiendo en una generalizada obsesión como medio de mejorar la salud y las expectativas de vida, empezaba a producirse la iniciativa de adoptar con los mismo fines la costumbre de vivir el arte como terapia ocupacional o de grupo. Aunque algunos puedan pensar lo contrario, esto no es ninguna tontería, como lo prueba las efectos beneficiosos de talleres o cursillos de arte, y no solo para su cultura, en personas de distinta edad y condición. Pienso que también podría servir frente a los estragos de las dependencias patológicas de las nuevas tecnologías o de las ludopatías.

Como en cualquier caso estas ideas parecen lejos de las intenciones de los responsables de nuestro bienestar social y cultural, debemos limitarnos a intentar promover la costumbre del arte entre los ciudadanos, porque lo necesitan y en buena medida lo desean, cuando el acceso a su conocimiento resulta cada vez más difícil por el desinterés de quienes tienen la obligación de facilitarlo, lo que provoca su olvido, la desaparición de espacios para las exposiciones, la disminución espectacular del mercado y el desaliento o indefensión de los artistas, que a menudo abandonan.

Dado que no está en nuestra mano hacer otra cosa, los medios de comunicación podemos colaborar en el mantenimiento de la costumbre del arte, como por ejemplo ha sucedido con la Feria de Arte de Oviedo recientemente, que merece el elogio, cualquiera que sea la opinión o crítica que haya merecido. Como también lo merecen todas aquellas personas, particulares o cargos públicos que hacen posible la creación y mantenimiento de la inquietud e interés por el arte entre la gente, en publicaciones, toda clase de actos, exposiciones y certámenes de cualquier nivel.

Entre estos últimos figura el que convoca, ya en su XXI edición, el Ayuntamiento de Villaviciosa, cuya exposición de obras seleccionadas se inauguró la pasada semana. Es uno de los pocos que van quedando en Asturias, que conoció muchos tiempos mejores, y durante tres décadas el organizado por Villa Pastur en Luarca, que tuvo trascendencia nacional, recibía cada año gran número de visitantes, entre ellos importante artistas, y contribuyó a que aumentara espectacularmente el número de pintores asturianos destacados en el occidente de la región. El de Villaviciosa tiene un mérito muy notable, ya lo es el hecho de haber celebrado veintiún ediciones ininterrumpidamente con éxito de participación y calidad y organización irreprochable, a pesar de haber tenido que reducir con el tiempo el número de premios de la convocatoria de tres únicamente al concedido por el Ayuntamiento.

Con todo, el premio y el trofeo de la manzana recae siempre en una obra importante, en este caso "Sol azul IV" , de Javier Victorero (Oviedo, 1967), uno de los más destacados representantes de la abstracción geométrica española, que adquiere en sus pinturas fascinantes acentos líricos y cromáticos. Victorero tiene estos días exposición individual en el Museo de Bellas Artes. Toda la muestra de Villaviciosa es de muy buen nivel artístico y puede verse en el céntrico y atractivo espacio de la Casa de los Hevia. El conocimiento y el entendimiento de la pintura pasa por acercarse a las exposiciones, verlas despacio, comentarlas con alguien y pensar sobre ellas. "Ver es haber visto", dice uno de los axiomas más ciertos y reveladores de la pintura.

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