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Arte

La admirable dimensión estética y plástica de unas fotografías

Las obras de la colección de arte de la Fundación Banco Sabadell tienen poco de alegoría de lo cotidiano

Algunas de las obras de la muestra "Alegorías de lo cotidiano". LUISMA MURIAS

La fotografía es uno de los fenómenos más importantes y omnipresentes de muestro tiempo y en nuestra vida. Vivimos rodeados y dependientes de imágenes fotográficas hasta extremos hasta hace no mucho tiempo inconcebibles. En revistas, periódicos, televisión, en las redes sociales, internet, comunicación por teléfono móvil, en las relaciones familiares, amorosas o de amistad... Y llegaron los selfies, ¿qué más se puede esperar? Nada parece ser o haber sido importante si no está fotografiado, incluido nuestro pasado en buena medida, porque de otro modo visualmente no existirían ni los hechos ni los recuerdos. Sin llegar a tal punto, la importancia de la fotografía viene siendo grande y creciente a lo largo del tiempo. Y, al margen de otros tantos aspectos sociales o culturales, así ha sucedido también en el mundo del arte, donde hace ya mucho que la fotografía se ha convertido en una de las más importantes disciplinas del arte plástico.

En 1881, en plena promoción del uso generalizado de la fotografía, la casa Kodak lanzó un elocuente eslogan que decía: "Usted aprieta el botón, nosotros hacemos todo lo demás". Sin embargo no siempre ni para todos la cosa iba a ser tan sencilla, y gracias a ello llegaría la fotografía a adquirir su estatus actual, a ser una de las artes más bellas, importantes y complejas de la contemporaneidad. Debe mucho a la técnica y a la invención, pero también a los artistas que ya en aquél tiempo comenzaron a manipular y recrear la imagen de la naturaleza, no solo a registrar sus apariencias, y con ello hicieron posible en nacimiento de un arte nuevo. Eran en gran medida pintores los que lo hicieron, pintores y fotógrafos, algunos ambas cosas, como también hoy sucede, cambiando experiencias, trabajando y exponiendo juntos. No está de más recordar el acontecimiento de la creación de los "Foto-Secesionistas" en 1905, en torno a uno de los más grandes en la historia de la fotografía, Alfred Stieglitz -fotógrafo y pintor él mismo- en 1905, y su ya legendaria galería "291" en la Quinta Avenida de Nueva York, donde se exponía y apoyaba a los nuevos estilos en pintura y escultura, a lo mejor de la vanguardia europea y americana, junto a la naciente fotografía artística también promovidos por la revista "Camera Work". Le debe mucho la fotografía a la pintura.

En la actualidad hay muchas excelentes colecciones de fotografía, cuyos fondos pueden ser resultado de diferentes políticas de adquisiciones. No suele ser lo mismo la de un coleccionista privado, con sus gustos y criterios personales, que la de un museo o una Fundación, y en estos casos que esté dedicada específicamente a la fotografía o al arte en general. La diferencia suele estar en la prioridad dada, sin prejuicio del interés artístico, a las técnicas, la historia de la disciplina y sus tendencias, o a los contextos de lo retratado, o que se centre fundamentalmente en la dimensión estética y plástica de las obras. Esta dimensión, su belleza, intensidad y expresividad artística, subraya claramente la admirable exposición que podemos ver de los fondos de la Colección de Arte de la Fundación Banco Sabadell, por lo que me extraña su título, "Alegorías de lo cotidiano", porque de cotidiano estas obras tienen poco. En ella figuran muy destacados artistas de la fotografía, algunos también de la pintura o la escultura. Son Isabel Aballí, Helena Almeida, Margarita Andreu, Chema Alvargonzález, Manolo Bautista, Laurenz Berges, Jordi Bernardó, Biel Capllonch, P aco Chavinet, Hannah Collins, F errán García Sevilla, Joan Fontcuberta, Susy Gómez, Charlotte Jansen, Anna Malagrida, Chema Madoz, Isabel Muñoz, Eduardo Nave, Perejaume, Mónica Planes, Juan Uslé, Eulalia Valldosera y Mayte Vieta.

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