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Libros

Robecchi o la fuerza del Giallo italiano

Ésta no es una canción de amor, una novela negra que satiriza a la televisión basura y a la izquierda desnortada

Alessandro Robecchi.

El Giallo fue un movimiento nacido en Italia como subgénero cinematográfico en la década de los 70. Siempre se ha considerado como referente del mismo al cineasta Dario Argento, quien alcanzó fama internacional con su trilogía: L'uccello dalle Piume di Cristallo (1970); Il Gatto a nove Code, (1971); Quattro Mosche di Velluto Grigio (1971). Sin embargo, esta corriente no se quedó anclada en el mundo del cine, sino que se extendió a la narrativa y en concreto a la novela negra. Así, las características del Giallo se cruzaron con la influencia en Italia del célebre Giorgio Scerbanenco (1911-1969) y el pulso de Leonardo Sciacia (1921-1989), que con sus obras Todo modo (1974) y L'affaire Moro (1978) marcaron el listón a alcanzar por los escritores más jóvenes. A partir de ahí surgieron las historias de crímenes bañadas con análisis o críticas sociales narradas por toda una generación de escritores que han dejado su impronta en el género negro mundial. Así, podemos citar desde el veterano Andrea Camilleri (1925) hasta los más jóvenes como Antonio Manzini (1964), Maurizio de Giovanni (1958), Marco Vichi (1957) o Carlo Lucarelli (1960), que han dotado al Giallo italiano de una fuerza narrativa insólita basada en historias duras y personajes puros, con el lector como investigador, y alejados de insípidos relatos psicológicos elaborados en el norte de Europa o en el mundo anglosajón.

De esa generación nos llega ahora a las librerías españolas la obra de Alessandro Robecchi (Milán, 1960), con la serie de su personaje Carlo Monterossi, después de haber triunfado en Italia y en Francia. Hasta la fecha, las novelas de Robecchi con su personaje han sido cinco: Ésta no es una canción de amor (2014); ¿Dónde estás esta noche? (2015); Ira y viento (2016); Todo podrido (2017) y Locura (2018). De momento, la editorial Salamandra ha traducido y publicado la primera de la serie, que supuso su debut como novelista, Esta no es una canción de amor. En ella, Robecchi nos presentará a Carlo Monterossi, como el conductor del programa televisivo Grazy Love del que quiere distanciarse y dejarlo para siempre, pues está cansado de "La Gran Televisión Comercial, la imparable Fábrica de Mierda" (p. 21) y harto de "Maquillar las historias, que en la jerga de la Gran Fábrica de Mierda quiere decir adaptar la historia al lenguaje televisivo", (p. 23). La novela comienza en Milán, en el domicilio de Monterossi, cuando le visita un sicario para asesinarle y nuestro protagonista logra esquivarlo, pero se enterará que él era el tercero de una lista que ya se ha cobrado dos víctimas, con una bala del calibre 22 alojada en la frente y un dedo de la mano amputado. Entre los crímenes y las víctimas no parece existir ninguna conexión, lo que incrementa el sentimiento de inseguridad ciudadana, que obliga al ayudante del fiscal, Marco Ghioni, a salir ante los medios pidiendo calma a la población. La novela es una sátira contra la televisión basura y una burla a la actual izquierda desnortada o Feng-Shui, en palabras de Mauricio Schwarz, que "desde los ayuntamientos realizan experimentos, como la Convivencia en la diversidad y cosas por el estilo, pero que no resuelven problemas de la gente sencilla" (p. 38). Al final, la única relación que la pareja de investigadores, el inspector Semproni y el subinspector Ghezzi, parecen encontrar es la especulación inmobiliaria, pues una enorme constructora posee unos envidiables terrenos para levantar rascacielos, pero se topa con el asentamiento de un poblado gitano en el mismo centro de esas propiedades y a unos militantes de la izquierda desnortada realizando experimentos con ellos, en una denominada "Convivencia en la diversidad".

El escenario donde se desarrolla la trama es la ciudad de Milán, en la que a cada vivencia que se sucede es posible acoplarle una canción de Bob Dylan. De ahí que en cada capítulo nos ilustre el autor con una letra diferente del cantante. En resumen, sobre el cuadro de las calles de Milán, Dylan pondrá la música y Alessandro Robecchi, los crímenes, que Carlo Monterossi intentará resolver. Una novela que no defraudará a nadie.

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