Los jóvenes lobos sedientos de gloria aprietan. Y más en un Mundial, el mejor escaparate posible en el planeta fútbol. Uno de los nuevos lobos del panorama sacó los dientes y mostró ayer sus poderes para mandar camino a casa a la Argentina de Leo Messi, cartel visible de la languidez que arrastra la Albiceleste desde hace un tiempo. Todo indica que al "diez" ya no lo irán a buscar a casa si vuelve a tomar la decisión de dejar la selección. El culpable, además de que el argentino del Barça no esté rodeado de peloteros de la calidad de los que le acompañan en el Nou Camp, fue Mbappé. El joven francés brilló en el Mundial de verdad, el de los partidos de vida o muerte, y acabó con la agonía porteña. Veremos ahora cuánto dura la noche de los cuchillos largos en la Argentina.

Messi sigue -y así parece que será por los siglos de los siglos- sin poder marcar en una fase final de la Copa del Mundo. Sin noticias de la Pulga, Argentina sucumbió. Un par de horas después, Cavani y Luis Suárez se aliaron para dejar a Cristiano a cero. El luso arrancó bien el Mundial, amargó el debut a España y se va con cuatro goles, pero con la cabeza gacha. Tendrá poco que ofrecer para ir a picar a la puerta de Florentino y pedir más y más. Queda por ver si Neymar aprovecha la ocasión y por fin presenta su candidatura a colocarse -futbolísticamente hablando- por encima de CR7 y Messi. Deberá ponerse las pilas, no vaya a ser que al tío Floren se le pase el enamoramiento por el astro carioca y recupere su interés por el joven francés al que habría que ver si le dejan salir del PSG.

Y a todas estas España se la juega hoy con Rusia. Tiene toda la pinta que Hierro va a tocar poco y que sobrevivirá, o directamente se irá al hoyo junto con los once millones de españoles que dice que están detrás de la Roja, con los de siempre. Crucemos los dedos no vayamos a repetir historias pasadas: hacer las maletas tras el mejor partido del Mundial.