El Real Oviedo pierde 0-4 en el Tartiere y la afición despide con gestos de ánimo al equipo. Pocas veces se habrá visto una imagen similar en Oviedo tras una derrota tan contundente. Si acaso cuando el equipo que salió a competir de la nada se quedó a las puertas del ascenso a Segunda B frente al Arteixo. Con una afición que apoya incluso en los momentos más complicados y que mantiene el tipo ante situaciones adversas todavía acierto menos a entender la reacción del entrenador, Juan Antonio Anquela, en la previa del partido frente al Elche. Salvo, claro está, que haya situaciones que se escapan al conocimiento de la afición, que haberlas haylas, como las meigas. Los vericuetos del vestidor a veces resultan laberínticos para el común de los aficionados.

Se queja el míster de que no se le respeta como entrenador. Y si lo dice por algo será, pero pocas veces en los últimos años el fichaje de un entrenador generó tanta unanimidad en la masa social azul. Buen conocedor de la categoría, bregado en mil y una batallas, pocos entrenadores de la categoría presentan un currículum similar y todavía se recuerda por las gradas del Tartiere el resultado que dieron experimentos a las bravas como el de Generelo... Pese a no alcanzarse el objetivo ansiado, el club volvió a confiar en él y le ha rodeado de la que, a juicio de muchos, es la mejor plantilla de los últimos años. Hasta ahí nada que objetar. Por eso resultan tan sorprendentes las palabras de Anquela, que no suele dar puntada sin hilo. Cuesta creer que a estas alturas de su dilatada trayectoria le pueda molestar lo que digan unos y otros sobre las alineaciones o sobre sus decisiones. Cada aficionado lleva un entrenador dentro. Y sí, los mismos que la temporada pasada ponían por las nubes a Carlos Hernández pueden creer ahora que el central no pasa por sus mejores momentos sin que ello suponga condenarle al ostracismo sino, más bien, desear que recupere el punto de forma que le hizo ser tan valorado. También eso es fútbol. Si hasta Johan Cruyff habló del entorno, con todo lo que ese concepto incluye -y no son sólo los aficionados- don Juan Antonio Anquela debería estar curado de espantos porque ahora ese entorno es mucho mayor y más ruidoso, con las redes sociales y todo lo que estas conllevan. Nunca llueve a gusto de todos: unos querrán más gente de la cantera, otros preferirán a Forlín de central que de medio centro defensivo y algunos hasta se quejarán de que el equipo venza sin convencer.

Como decía Vujadin Boskov, fútbol ser fútbol. Ante tal axioma, sólo queda seguir adelante, pensar en lo importante dando menor valor a todo lo que resulte accesorio y centrarse en el Elche, que hoy visita el Tartiere, con un viejo conocido, Pacheta, otro entrenador que hablaba muy clarito y que con sus aciertos y errores dejó buen recuerdo en Oviedo, algo que no todos pueden decir. Seguro que su Elche es un equipo trabajado y trabajador, así que los azules tienen faena por delante para rematar la semana mateína.