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Mario Antuña

Baraja desencadenado

El entrenador rompe las amarras del Sporting para que los jugadores muestren su calidad

La pasada semana, Baraja se mostró enigmático en sus declaraciones públicas, antes del partido ante Las Palmas. Primero anunció que ya conocía cuál era el problema del Sporting, pero no aventuró si también tenía la solución. Después arengó a la plantilla: los jugadores deben dar un paso adelante, como lo he dado yo; tampoco explicaba cuál era ese paso hacia adelante, como se canta en el himno.

Hubo que esperar a la tarde del sábado para despejar las incógnitas. Frente a Las Palmas, uno de los equipos top de Segunda, invicto hasta pasar por Gijón, con buena parte de la plantilla de Primera, con refuerzos y presupuesto casi de ricos, Baraja tenía que mostrar con su equipo, sobre el tapete del Molinón-Enrique Castro Quini, la resolución de sus enigmas.

El Sporting se apareció como un equipo libre de amarras, con un nuevo dibujo táctico (del 4-1-4-1, paso a un más clásico de 4-3-3, incluso al final del encuentro se plantó con un 4-4-2). Ya no se trataba de buscar un sistema de juego más vivo y ágil para el ataque, sino de flexibilizar la posibilidad de cambiarlo según las circunstancias del encuentro.

La primera hora fue dubitativa. La pelota no duraba apenas en los pies de los jugadores sportinguistas. Y se oyeron los primeros pitos. No es fácil sentir de repente que se ha soltado el anclaje de un modelo de juego defensivo y rígido. Las Palmas apretaba, pero sin inquietar. Hasta el momento del gol. Una jugada trenzada por la izquierda por Carmona, a la que Lod puso sombrero y regate con pase de la muerte para un chutazo certero de Álvarez Jiménez.

Fue la prueba más evidente de que en la plantilla de este Sporting hay calidad desde la portería a la delantera. Pero a la calidad hay que dejarla mostrarse sin ataduras. Los jugadores deben mostrar sus cualidades sin estar sujetos por detrás de la pelota. Porque una calidad enjaulada se convierte en una mediocridad. En la segunda parte, el Sporting mostró su mejor versión. Defendió con contundencia, creó juego en el centro del campo y atacó con viveza, bien por las bandas o con balones directos. No sufrió atrás, pese a los cambios atacantes que introdujo Las Palmas. Cuanta más dinamita ponían arriba los canarios, más mechas cortaban los asturianos. Incluso se permitió acabar el partido sobre la portería isleña, porque ésa es la mejor defensa, mucho mejor sin duda que el cerrojazo o el autobús bajo el larguero.

Mención aparte requiere Carmona. Jugó tras la muerte de su padre y se emocionó y nos emocionó con sus lágrimas en el minuto de silencio. Se entregó en el partido, abriendo espacios, corriendo la banda y con sus tradicionales inclusiones por el centro. Generó un penalti que no fue y lo falló con eso que se llama justicia futbolística, aunque sea una justicia que no nos guste cuando nos perjudica. Se fue entre aplausos. Encomiable, Carmona, el capitán, aunque me sumo a las dudas de si debió jugar un partido bajo esa gran carga emocional, y menos tirar el penalti. Hecho está.

Baraja soltó las amarras de este equipo de Babel, que podría ser un conjunto extranjero de Mareo, que recibe clases de español tres días a la semana para que los jugadores se entiendan y comprendan. Este Sporting debe seguir explotando su calidad. Parece que el entrenador lo ha acabado asumiendo. Si Baraja rompe las amarras, los jugadores, desencadenados, mostrarán con soltura su calidad. A ver si fuera de casa lo asume también. Sería mejor para todos.

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