A la misma hora en la que el Sporting aparecía por el túnel de vestuarios del Wanda Metropolitano para enfrentarse al Rayo Majadahonda en la eliminatoria copera, yo asistía a la presentación del último libro del periodista de LA NUEVA ESPAÑA José Luis Argüelles titulado "Gran desconcierto". Mientras Neftalí adelantaba al Sporting y Pablo Pérez gritaba con su juego unos cuantos "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", Argüelles recitaba el poema "Zagajewski en Oviedo". Un poema que nació fruto de la conversación que mantuvo con el poeta polaco el año pasado con motivo de la concesión del Premio Princesa de las Letras. Mientras caminaba de vuelta a casa, tras la presentación del libro, escuchaba por la radio cómo empataba el Rayo en el último minuto y antes había escuchado al locutor hablar de una parada salvadora de Dani Martín. Ya en casa pude ver una prórroga tan parecida a otras prórrogas y unos penaltis en los que un puñado de chavales jóvenes se jugaba la clasificación de un equipo que lleva en destrucción unos cuantos años.

Tras el disparo al aire del jugador del Rayo llegó la imagen de la esperanza: Nacho Méndez y Pelayo Morilla corrieron más que nadie para unirse en un abrazo sentido con el portero canterano. La imagen de los tres fundidos en uno no hizo más que recordarme lo que podría ser algún día este equipo que sigue a la búsqueda de una identidad mientras vive sumido en ese gran desconcierto que se hace extensivo a buena parte de la parroquia rojiblanca.

La semana de selecciones nos permitió ver a Meré con el brazalete de capitán de la selección sub 21; la vuelta a la liga nos dejó al Alavés del Pitu Abelardo durmiendo el viernes como líder de Primera y a Jony como su jugador estrella; el sorteo de Copa nos deparó a un Eibar que cuenta en sus filas con dos de los nuestros como son Sergio y Cote; la otra foto del partido de copa fue la de Pablo Pérez y Jorge como capitanes. Todas estas imágenes fijas hacen que el gran desconcierto vuelva a tu cabeza y le empiezas a dar vueltas a lo que pudo haber sido y no fue, piensas en Meré como jefe de la defensa o en un medio del campo con Cristian, Sergio, Nacho Méndez, Pedro Díaz; piensas en Traver, Isma Cerro y Jony metiendo velocidad por la banda, en Pablo Pérez como enganche o en el mismo Guerrero que sigue metiendo goles y ganándose con su entrega y trabajo a todas las aficiones que defiende, y piensas también en el amor propio que muestra Canella en todos los partidos y vuelves a ese abrazo del final del partido de Copa y en todos los jugadores que nos presentan un verano tras otro y en todos los maravillosos proyectos que se inician en junio y terminan en noviembre. Y piensas que hoy es domingo y toca jugar en Cádiz, un lugar en donde, como ayer nos recordaban las páginas de este periódico, un día ganamos 1 a 5, momentos en los que nuestro director deportivo ni dominaba la liga francesa, ni falta que le hacía.

Hoy debería ser el día en el que los que están jugando habitualmente nos digan a la cara que ellos son mejores; que los Cristian, Nacho, Pedro, Pelayo, Isma, Pablo Pérez? pueden ser jóvenes suficientemente preparados, peo que aún tienen que seguir esperando una oportunidad. Esperemos que lo digan hoy porque hasta la fecha están mudos y el desconcierto va en aumento.

Esperemos que mañana no nos hablen del remanente que aún se puede gastar en el mercado invernal porque no tendremos más remedio que recordar los versos de José Luis Argüelles, aquellos que en su libro Las erosiones decían: " De aquellas noches y sus luces,// una sola moneda por gastar". La última.