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La clave es la botánica

Entre flor y flor el Madrid descubre que tiene fondo de armario

Últimamente para hablar de fútbol conviene hacer un repaso previo por el mundo de la jardinería. Ahí se aclaran muchas cuestiones que sin auxilio de la botánica serían indescifrables. ¿Qué hubiera sido del Madrid en Roma sin la flor que dicen acompaña a Solari? ¿Cómo pudo Ünder mandar aquel balón casi en la línea de meta al pararrayos del estadio al filo del descanso? Ahí pudo entrar en acción la reposición de la película de Éibar, pero no era ese el guión del Olímpico, faltaba por llegar la elegancia social del regalo a cargo de Olsen y Fazio. Busquen explicaciones a todo esto en las pizarras magnéticas, los incontables vídeos que diseccionan al rival o la charla prepartido con puntero láser. No encaja, ¿verdad? La clave está en la botánica.

Y entre flor y flor, el Madrid descubrió que la plantilla tiene más fondo de armario que el pensado y que los males de la lesión de Casemiro encuentran su antídoto en un repuesto lógico: Llorente. Después de la mili futbolística que hizo con el Alavés y su ADN madridista (Grosso y Gento) tampoco es para tanto la sorpresa que muestran algunos ante su sobresaliente partido en Italia. Otro aspirante a la zona medular blanca, Exequiel Palacios, expondrá sus cualidades en la que parece será su casa, el Bernabéu (si el anunciado fichaje se plasma), el próximo 9 de diciembre con el River, en la final de la Libertadores. Un guiño a la historia que se juegue precisamente en Madrid en la semana de la Constitución Española. La llegada de Exequiel (20 años) anticipa el futuro, teniendo en cuenta la edad del hoy todavía espléndido Modric, y sigue la senda de captar talentos jóvenes que progresan adecuadamente.

¿Y de Isco qué? Del centrocampista de El Arroyo de la Miel, como dirían Tip y Coll, hablaremos la próxima semana.

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