La victoria de la selección femenina sub-17 en el Mundial de Uruguay, tras derrotar en la final a México (2-1), en un año en el que igualmente se ganó la Copa de Europa derrotando a Alemania (2-0), va a significar el impulso definitivo que necesitaba el fútbol femenino español para ponerlo en valor, mejorar las condiciones salariales (el convenio recientemente acordado lo hará posible) y multiplicar los patrocinios y el interés de las televisiones por retransmitir los partidos. Al igual que la victoria de España en el Mundial sub-20 masculino de 1999 en Nigeria representó la semilla de nuestra victoria en el Mundial absoluto de Sudáfrica en 2010, es muy probable que este conjunto de jugadoras ganadoras, con talento y experiencia pese a su insultante juventud, pueda ayudar a que la selección absoluta sea una alternativa a las grandes potencias del fútbol femenino. No olvidemos que el próximo verano hay Mundial de la selección A en Francia y nuestras jugadoras se clasificaron con gran brillantez (ganaron sus ocho partidos de clasificación, en casa y fuera, ante Austria, Finlandia, Serbia e Israel).

La victoria de las chicas sub-17 en Uruguay es más que justa: fueron el equipo más goleador, el menos goleado y no perdieron ningún partido, eliminando además en cuartos a la bicampeona del mundo, Korea del Norte, totalizando buena parte de los premios individuales: Claudina Pina fue "Balón de Oro" y "Bota de Plata" (hizo los mismos 7 goles que la ganadora, la ghanesa Mukarama Abdulai, y únicamente por una asistencia más que la española obtuvo la "Bota de Oro"), nuestra portera Cata Coll fue "Guante de Oro" (esta chica disputó incluso la final sub-20 del pasado verano pese a que sólo tiene 17 años).

La corriente del fútbol femenino es imparable con un patrocinio muy serio de Iberdrola -que no sólo patrocina la Primera División del fútbol femenino, sino también otros deportes colectivos practicados por mujeres-, con partidos televisados que tienen audiencias muy respetables y estoy convencido de que su interés y popularidad será cada vez mayor, a lo que contribuye con letras mayúsculas esta victoria (primer Mundial de fútbol femenino), y es que de la misma forma que me hacía ilusión hacerme una foto o pedir un autógrafo a Casillas, Iniesta, Pujol, etcétera, hoy siento el mismo interés en estrechar la mano de cualquiera de estas grandes campeonas (y, en concreto, a nuestra importante representación asturiana: María Méndez, del Real Oviedo; Paula Suárez, del Sporting de Gijón, y la extraordinaria entrenadora Toña Is -exjugadora del Oviedo Moderno-, que suma el mayor éxito en su gran trayectoria como técnica). Algún día estas jugadoras serán campeonas también con la selección absoluta. Y de la misma manera que muchos fuimos a Sudáfrica o a Polonia a animar a la selección española masculina en nuestra época dorada de éxitos deportivos (2008-2012), habrá que prepararse para disfrutar del Mundial de Francia de fútbol femenino del próximo verano, en el que nuestra selección puede hacer un gran papel. Y es que, pese a este extraordinario doblete de las sub-17, yo creo que en el fútbol femenino lo mejor está por venir, pero, eso sí, las pioneras y las primeras campeonas universales siempre serán estas chicas.