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Alberto Menéndez

Variabilidad

Sobre los frecuentes cambios de identidad del Oviedo en los partidos

Si por algo se caracteriza el Oviedo de esta temporada es por su variabilidad, es decir, por ser un equipo inestable, inconstante y mudable, lo que le lleva a ser impredecible. Los aficionados azules ya no saben a qué atenerse con sus jugadores. No es que cambien de un partido a otro o de un tiempo a otro del mismo encuentro, no, es que como demostraron el pasado sábado ante el Almería pueden transformarse en cuestión de sólo minutos, sin apenas dar tiempo a sus incondicionales para percatarse de lo sucedido. Se transmutan y no son capaces de volver al estado anterior. En determinados momentos dan la sensación de deambular desorientados por el terreno de juego.

Sólo un cuarto de hora necesitaron el sábado los discípulos de Anquela para mostrar dos caras totalmente diferentes. Por un lado, la positiva, la de una jugada hilvanada, una de las más bonitas vistas en el Tartiere este año, y que fructificó en el gol de Mossa. Por otro, la negativa, a la que tan dados son los oviedistas desde que comenzó a rodar el balón en el mes de agosto, la del error defensivo, en esta ocasión doble equivocación de la retaguardia en apenas tres minutos, con la que los andaluces dieron la vuelta al marcador y, gracias a la cual, se fueron con los tres puntos para su tierra. Sin hacer demasiados méritos, porque los pupilos de Francisco Fernández cumplieron sin más con las órdenes recibidas, sin brillantez y, también, ciertamente, con cierta dosis de fortuna.

Por lo que se está viendo, Juan Antonio Anquela no es capaz de hacer de un equipo tan inconstante e inseguro como el actual Oviedo un conjunto fiable, regular, creíble, algo que se antoja fundamental para poder aspirar a estar en los puestos altos de la clasificación, en los que dan opción a soñar con el ascenso. Con los bandazos a los que tienen acostumbrados a su parroquia los jugadores azules vagan sin más por los insustanciales lugares intermedios de la tabla, con el peligro que ello conlleva de enlazar una mala racha de resultados y acabar agobiados pensando en la pesadilla del descenso.

Es verdad que al Oviedo le están perjudicando las lesiones. Hasta cuatro y cinco jugadores hasta ahora titulares han tenido que ser sustituidos en las últimas jornadas. Algo similar le ha pasado también al Oviedo Baloncesto. Pero la respuesta de estos últimos ha sido muy distinta a la de los futbolistas. Los del deporte de la canasta se han sabido sobreponer al infortunio y han ido superándose partido tras partido hasta colocarse terceros en la LEB Oro, la Segunda División del baloncesto nacional.

Quizás ha llegado el momento, tras tantas bajas de jugadores destacados, de que Anquela intente encontrar alguna solución a la actual situación, a la variabilidad de su equipo, en el Vetusta. Ya probó con Javi Hernández y no le salió mal. ¿Por qué no hacer algún ensayo más? El Tartiere seguro que lo vería con buenos ojos.

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