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Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

Vuelve el fútbol

La personalidad del Sporting de José Alberto y el fin del tedio

El mayor logro de José Alberto desde que llegó al banquillo del Sporting es que las gentes rojiblancas hayan vuelto a hablar de fútbol, un mérito que deberían agradecerle a diario sus superiores. En la retina colectiva aún está la semana previa al derbi, cuando los gestores se empecinaron en marcarse "un Lopetegui" con Baraja y condenaron a miles de aficionados a llegar a uno de los partidos más ilusionantes de la temporada con el ánimo por los suelos, convencidos de que iba a pasar lo que finalmente pasó. Por respeto, nunca más debería darse una situación tan penosa. Por fortuna, eso es ya agua pasada.

El entrenador nombrado por el pueblo y para el pueblo ha supuesto en sí mismo un revulsivo. Cae bien, nadie lo puede negar. Y es de la casa. Pero, sobre todo, ha dado ya argumentos para justificar su elección, sin que nadie eche todavía las campanas al vuelo porque las limitaciones de antes siguen siendo las de ahora. Su forma atrevida de afrontar los partidos y su inteligente gestión del vestuario han dotado al equipo de una personalidad propia de la que carecía. Ha logrado cristalizar un plantel amorfo con la fórmula habitual del 4-3-3 y ha hecho sentirse importantes a jugadores que no sabían de qué iba la función porque nadie en realidad lo sabía. Al Sporting apetece verlo. Y eso ya es mucho.

Mención especial en esta recuperación global merecen Nacho Méndez y Cristian Salvador, dos cabos necesitados de la confianza de un general para sacar fuera todo lo que llevan dentro, que es bastante. Su actuación fue notable en el partido ante el Elche, que algunos eruditos calificaron de caótico. Bendita sea la diversión del caos después de tanto tedio presuntamente ordenado.

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