Los exquisitos de puro y gamba que llevan semanas cargando contra José Alberto por la escasa vistosidad del Sporting han encontrado en el pésimo partido de Tarragona el pretexto perfecto para lanzarse a la yugular del entrenador del pueblo, que suma 20 puntos de los últimos 24, casi nada. No podían dejar pasar esa oportunidad para compartir con el resto de la Humanidad sus inabarcables conocimientos futbolísticos de sobremesa. Lástima que se olviden de que es metafísicamente imposible que el equipo apueste por una opción que no sea el juego directo, lo que gustan de llamar "patadón". Si quieren culpables, que los busquen en la zona acristalada de Mareo, donde se pergeñó la plantilla, y no en el banquillo.
Estos entusiastas de la Champions obvian en sus elevados análisis que la creación en el centro del campo rojiblanco, salvo tarde inspirada de Nacho Méndez, es un imposible. O que las probabilidades de que un extremo desborde por la banda tienden a cero por momentos. Y se niegan concienzudamente a reconocer que el técnico ha tenido la habilidad de sacar lo mejor de un grupo al que se encontró deambulando como el invitado de una boda cuando amanece.
Lo mejor será hacer oídos sordos y celebrar que el Sporting aún tenga algo por lo que luchar a estas alturas, todo un milagro visto lo visto. Como también toca felicitarse por el enorme éxito del derbi femenino del pasado domingo. El club, apoyado por colectivos e instituciones locales, se anotó un buen tanto al promocionar ese duelo porque ha convertido a Gijón en el referente regional del balompié de chicas, una modalidad en auge mediático y económico. El que golpea primero, golpea dos veces.
