La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El gran jefe, de motorista

En los buenos momentos de Merckx o de Hinault, que se ponían a tirar sin mirar para atrás y con todos a rueda, los rivales los llamaban "El motorista". Ayer en los dos kilómetros de dura ascensión en Carabanzo, Mikel Landa hizo de "motorista" poniendo un gran ritmo y haciendo sufrir a los que le seguían. Hasta que el vasco recibió por el pinganillo que bajara la intensidad porque su compañero Rojas podía ganar al sprint.

Eso dio a entender a algunos rivales que no podía más y pasaron al ataque. Ahí se demostró que Landa es un ciclista de excepcional clase y aspirante a los mayores triunfos, pero hasta ahora la mala suerte le jugó duros reveses en forma de caídas o de malas órdenes de sus anteriores técnicos.

Ahora, en Asturias, como también hizo en su día Indurain en El Acebo de cara al triunfo en el Tour, Landa quiere probarse en las vísperas del Giro. Y la montaña canguesa tiene todo el encanto para saber cómo está de verdad para afrontar los Dolomitas y los Alpes. Solo con el fugaz relámpago de clase que dio en Carabanzo nos deja la esperanza de poder ver hoy al Landa que atemoriza. Seguro que ayer ya muchos adversarios de esta Vuelta se dieron cuenta de la dinamita que tienen las piernas del escalador del Movistar.

Y algunos rivales en gran forma se pondrán como objetivo seguir su rueda hasta donde puedan y, si llegan al alto, entonces tendrán la opción de ganar la etapa bajando hacia Cangas. Esa será una de las dudas a despejar en la etapa reina de la Vuelta.

Compartir el artículo

stats