La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo Tuñón

Vergüenza torera

El Sporting está ante un imposible: vaciar las gradas de El Molinón

Mientras la gente pitaba al VAR me fui al bar. Nunca me había ido de El Molinón a falta de tantos minutos para el final. Pero era cuestión de salud mental. Vergüenza torera. La que no les debió enseñar bien Dávila Miura y la que siente el aficionado y no sienten ni jugadores ni responsables de un club que está empeñado en lograr lo imposible. Y lo imposible no es ascender, sino vaciar de aficionados las gradas del coliseo del Piles.

De nuevo con cinco atrás. Ante un rival hundido en la tabla.Cinco defensas, cinco. Mansos de solemnidad, en general y salvo un encastado zamorano. Y no es que tengamos carrileros que suban la banda. No. Es la cruda realidad: planteamiento infame, otra vez vistiéndonos de equipo pequeño que lucha por no caer a la Segunda B. Sí, la cruda realidad: con una plantilla que ilusionaba estamos peleando por no mancillar el buen nombre de nuestro club cayendo por primera vez más abajo de la Segunda.

La cruda realidad es que el hecho de que Djurdjevic no apunte a un prao es el menor de nuestros problemas. La cruda realidad es que los artífices de la aberración se fueron a sus respectivas casas tranquilos, con el objetivo cumplido de mantener anestesiada en la mediocridad a una afición que ni siente ni padece. La cruda realidad es que nos están haciendo sentir vergüenza de algo que solo debería rezumar orgullo: el Real Sporting.

Compartir el artículo

stats