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Pablo González

EN TERRITORIO COMANCHE

Pablo González

Djuka y la silicona

Honor y gloria para el "9". El gol de Djuka ante el Logroñés sirvió para algo más que para sumar tres puntos de esos que luego se echan de menos y para regalar un final feliz a David Gallego en su estreno. En el fútbol, el gol y la victoria son lo único y lo tapan todo, ya sea bueno o malo. El poder del resultadismo es el que es, aunque no infinito. Hasta el gol del serbio se estaba perfilando un boceto ya conocido: solidez defensiva y llegadas de fogueo al área contraria para que al final por una junta mal sellada se escaparan puntos. Pero también se vieron cosas nuevas, como una idea de juego basada en cumplir lo prometido: alimentar a Djuka llegando por los costados para que no tenga que salir del área y así gaste sus energías donde debe hacerlo un delantero de verdad. Un palo y un gol en su cuenta han sido suficientes para que los idólatras genuflexos vuelvan a hacer cola ante su iglesia. Casi los mismos que aplauden que por fin un entrenador se haya atrevido a dejar de mero relleno de la convocatoria a Carmona, al que se va camino de convertir en el culpable de todos los males pasados, presentes y futuros del Sporting como no pille el tren de las 3.10 horas hacia vaya usted a saber dónde. Queda por ver si llegará el día en el que alguien aproveche de verdad esos pases de Manu García que son medio gol. Y eso que el niño de oro se distrajo al intentar que todo el Logroñés acabara jugando con sotana. Pero al final, gol es gol y punto es punto. Y si lo logra Djuka, mucho mejor. No hay nada como la silicona serbia para sellar y evitar la fuga de puntos. Eso sí, con la ayuda de una cuadrilla con seis asturianos y siete con pasado en el filial. Que dure.

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