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SEGUNDA DIVISIÓN | TRAS EL PARTIDAZO DE ASTURIAS

Un derby para crecer

El resultado es un aliciente importante para el Oviedo y alerta al Sporting sobre sus limitaciones

Los partidos de la eterna rivalidad, como se decía antaño, o derbies, como se los llamó después, o clásicos, como dicen ahora, pueden salirse de lo previsible, pero también pueden ser partidos muy normales, más si se los envasa al vacío, como en estos infaustos tiempos. La quinta jornada de la Liga de Segunda División puso ante Oviedo y Sporting un lago de realidad para que se dieran un buen baño. Y de él salieron más parecidos a lo que son que como parecían habían llegado. Ni el Sporting es un líder invencible ni el Oviedo una víctima propiciatoria. Y eso se podía sospechar si uno se atenía no solo a los resultados anteriores, sino también a cómo habían sido los partidos que los habían producido. Aunque antes de enfrentarse en el Carlos Tartiere a los rivales asturianos les separaban nueve puntos, seguramente estaban más cerca uno del otro de lo que indicaba la clasificación. De hecho, el partido transmitió una sensación de igualdad, hasta el punto de que lo lógico hubiera sido el empate, y a cero goles, si nos atenemos al trabajo, escaso e irrelevante, al que fueron sometidos sus porteros, Femenías y Mariño.

E Una jugada decisiva. Para que el partido se inclinara del lado oviedista fue preciso que coincidieran un acierto de los azules y un error de los rojiblancos. Sangalli, una de cuyas mejores cualidades es la decisión, aprovechó una buena dejada de Nahuel tras un pase de Mossa para entrar con rapidez en el área rojiblanca. No se colocaba todavía una posición de gol, pero Javi Fuego, con una ingenuidad impropia de un jugador que precisamente alcanzaba ese día los quinientos partidos en el fútbol profesional, adelantó la pierna y provocó la caída del oviedista. El penalty fue un tan claro como evitable, como lo había sido el que en ese mismo campo y junto a la misma portería le habían pitado al joven Viti en el partido contra el Español quince días antes. Si entonces Raúl de Tomás había transformado con suficiencia el castigo en gol, Tejera añadió ahora el morbo que siempre acompaña los lanzamientos a lo Panenka. Aguantó más que Mariño y, con el portero sportinguista vencido hacia la derecha, mandó suavemente el balón al mismísimo centro de la portería. Así adornó un gol que, por único, estaba llamado a ser decisivo.

E El Oviedo, sin bajón. El Oviedo afrontaba el partido con las bajas de los sancionados Arribas y Nieto. Ambas eran a priori importantes. Arribas, pese a los fallos puntuales en que había incurrido últimamente, ordena bien la defensa, y Nieto es, desde su posición de lateral, una de las mejores bazas ofensivas de los azules. Pero esas ausencias no afectaron a la actitud del equipo, que se mostró tan firme en la zaga que liberó a Femenías de tener que intervenir una sola vez a lo largo del partido para enfrentarse a un remate del Sporting. Si el enrachado Djurdjevic era el peligro cantado, Christian se encargó de atarle corto. El medio campo oviedista padeció al principio ante la movilidad y la calidad de Manu García, pero luego se asentó bajo el liderazgo de Tejera. Y en ataque los fichajes azules transmitieron buenas sensaciones. Nahuel, por su rapidez y atrevimiento, y Blanco Leschuk por saber constituirse en una referencia para el juego de ataque, aunque de momento solo se le vio en el aspecto de ganar el balón y aguantarlo y no en la función de rematador, que tanto necesita un equipo que sigue teniendo en Sangalli su atacante más peligroso.

E El Sporting, sin salida. Para el Sporting de David Gallego fue una novedad encontrarse con el marcador en contra. Era la primera vez que le ocurría en lo que va temporada. Y el obstáculo se le convirtió en una montaña. Con su nuevo entrenador el equipo ha acentuado su preocupación por defender y ha ganado en eficacia en ese aspecto, pero sigue sin resolver un grave problema que arrastra desde hace años, nada menos que desde que se fue Sergio, como es el de contar con una buena salida del balón, que le permita ganar terreno con rapidez hacia la portería contraria, dejando, de paso, rivales atrás. Ahora tarda una eternidad en cruzar el medio campo y cuando lo hace, después de que los defensas hayan combinado en horizontal incontables veces, encuentra enfrente al equipo rival íntegro y perfectamente ordenado, con lo que le resulta difícil encontrar espacios para progresar hacia la portería rival. Ante el Oviedo ese grave déficit se notó menos en el primer tiempo porque Manu García, jugando entre líneas, fue capaz de hacerse ver para jugar con el buen sentido del que él es capaz. Para el recuerdo quedaría una acción suya junto a la banda izquierda en la que, tras salir del acoso de tres rivales en un espacio mínimo con varios regates, entre ellos una ruleta, acabó metiendo un balón en la boca del gol al que no llegó Cumic. Vigilado más de cerca en el segundo tiempo, Manu García perdió presencia en el juego de su equipo, que no pudo compensar el crecimiento de Pedro Díaz. El Sporting fue incapaz de crear peligro por las bandas y Djurdjevic apenas dispuso de una ocasión para mantener su racha goleadora. Fue en el minuto 79, cuando disparó con fuerza, pero para estrellar el balón en el cuerpo de su compañero Carmona. En el minuto 10 de la primera parte una tijera suya en el área, semipifiada, había llevado el balón a la mano de Grippo, pero ni el árbitro por sí mismo ni el VAR, al que pareció consultar por el pinganillo, apreciaron voluntariedad en la acción del defensa azul.

E Un futuro abierto. Hacía mucho tiempo que en un derby asturiano no participaban tantos jugadores nacidos en la región: el Sporting llegó a utilizar siete, por tres el Oviedo. Y aunque esa proliferación se vio facilitada por la posibilidad de hacer más cambios durante el partido, no dejó de ser significativa de que los dos clubes se muestran decididos a apostar más por la cantera de lo que lo habían hecho hasta hace poco. Sería bueno que esa apuesta tuviera premio. Y cuanto antes, mejor. El primer enfrentamiento entre ambos, al principio de la temporada, les abre la puerta a unas esperanzas razonables. En una categoría que por definición es muy igualada y donde cada jornada se abre a todas las posibilidades, como demuestran los resultados, el Sporting se mantiene en los puestos de cabeza y el Oviedo los contempla más de cerca. A los dos se les ve en condiciones de crecer. Ese era su reto antes del derby y lo continúa siendo después.

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