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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Brecha profunda

La inacción en el gobierno municipal ya va para siete años

Se dio a conocer estos días un estudio encargado por el Ayuntamiento de esta populosa villa marinera acerca de la brecha salarial entre los hombres y las mujeres empleados tanto en el Consistorio propiamente dicho como en sus órganos desconcentrados dependientes. Como era de esperar, el estudio arrojó que no existía tal brecha: los salarios está n unificados.

Ahora bien, existe una diferencia de percepciones a favor de los hombres, debido a ciertos complementos y otros conceptos dependiendo de la ocupación de cada empleado en particular, pero eso ya no es una brecha salarial es que las responsabilidades, por lo que fuere, no están repartidas al cincuenta por ciento, circunstancia que el tiempo irá corrigiendo en no mucho, debido a que cada vez más son las mujeres que ejercen sus tareas como empleadas municipales y ese tipo de remuneraciones complementarias, que tienen que ver con el puesto ejercido irán a parar al bando femenino, con lo que asistiremos a una inversión de la situación. No sé a quién se le ocurrió la realización del tal estudio, pero su resultado era de esperar: no puede existir brecha salarial en unas entidades públicas que cuentan con sus correspondientes convenios colectivos que se cumplen escrupulosamente, pero no viene mal para acallar ciertas bocas que, con pasmosa facilidad, se echan a pacer a las primeras de cambio.

No, en nuestro ayuntamiento la gran brecha existente viene dada por lo que sus gobernantes discursean y lo que luego se decide en la realidad. La brecha es la que se le cuenta a la ciudadanía y lo que se hace. Es una brecha de naturaleza aún no identificada, pues se ignora si es de tipo laboral, los responsables foristas a media jornada no tienen tiempo para abarcar sus muchas responsabilidades y no abarcan tanta tarea; o si la cuestión es de capacidad, es decir, no saben ejercer su oficio temporal de concejales delegados en sus respectivas áreas. Como la zanja es de un tamaño tan considerable, es muy probable que se trate de una combinación de ambas cusas.

Se trata de una brecha de tipo temporal que separa el momento en que advinieron los casquistas al mando en la villa y todo quedó al ralentí. El motor produce ruido, pero no hay movimiento. Había un dicho en la Cuba castrista que en la isla sólo había tres marchas de trabajo: la primera, el punto muerto o la marcha atrás. Paradójicamente, unas personas tan poco sospechosas de simpatizar con la dictadura antillana se apuntan con entusiasmo a su ritmo de trabajo. El Muro no es el Malecón, pero la desidia política cantábrica es típicamente habanera. Como diferencia, aquí ya no se tuercen Farias, pero la remodelación de la antigua fábrica de tabacos lleva un progreso rotundamente cubano. Y ahora, que parece ya se concluye la obra, descubrimos con pasmo que estos campeones de la eficacia aún no saben a qué van a dedicar el gran edificio en Cimadevilla. En realidad, lo han concluido porque ya estaba empezado, pero no han gastado ni medio minuto en pensar a qué lo van a dedicar. Tal parece que les sobra más de media ciudad: ni el saneamiento ni los equipamientos culturales y por el medio, todo lo demás. Y no les da vergüenza. Eso sí, vayamos a la bendición de las aguas en San Pedro, que luce mucho.

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