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Abogado

¿Por qué no cerramos ya el Senado?

La triquiñuela legal de Sánchez para saltarse la Cámara alta

La triquiñuela legal que el presidente Sánchez quiso emplear para burlar el bloqueo presupuestario del PP en el Senado (una trampa de la que también echó mano el PP, por cierto), chocó con la oposición de la Mesa del Congreso que la echó abajo, pero volvió a resucitar el viejo asunto de si el Senado es un florero inútil del sistema parlamentario español. Si la mano derecha del presidente del Gobierno, la socialista asturiana Adriana Lastra, ha proclamado con tanto salero como falta de justificación jurídica que la verdadera democracia está en el Congreso, no cabe duda de que las intenciones de la izquierda que se proclama constitucionalista con respecto a esta cámara están claras. Las valoraciones de Adriana Lastras sobre la presunta inutilidad del Senado podrían aplicarse también a la monarquía española. Ver veremos.

Las funciones del Senado están definidas en el artículo 66 de la Constitución española y una de ellas es la que se refiere a la probación de los Presupuestos Generales del Estado, la que quisieron cargarse sin conseguirlo los señores Sánchez e Iglesias. Visto esto cabe pensar que menos mal que los Presupuestos del Estado no pueden aprobarse por decreto porque seguramente el Gobierno ya lo habría hecho. La izquierda quiso capar por las buenas en el Senado porque la mayoría de esta Cámara no es de su cuerda y le pone problemas al cumplir su función de aprobación presupuestaria, la única en la que los senadores pueden enmendar la plana a sus colegas del Congreso. Si se pretende que el Senado no sirva para controlar al Gobierno, si el votante medio no sabe qué vota en esa extraña papeleta (por cierto, con listas abiertas) que se suprima de una vez. Si el Senado es una cámara puramente decorativa, que lo quiten. De la misma manera que el PSOE gobierna legítimamente con solo 84 diputados, también es legítimo que la Cámara alta vete los Presupuestos Generales del Estado, para eso tenemos dos cámaras legislativas y separación de poderes, querido Montesquieu.

Si el Gobierno de turno quiere que el Senado se quede sin función, entonces es un chiringuito. Que se suprima entonces y nos ahorraremos muchos millones de euros en salarios de 350 senadores que llenan ese verdadero cementerio de elefantes al que por grandes partidos envían a sus 'vacas sagradas' una vez que completan su vida política activa y es necesario agradecerles servicios prestados, o darles un cobijo bien remunerado en este hemiciclo venido a menos y privado poco a poco de sus ya escasas atribuciones.

Desde mi punto de vista, la abortada pretensión de Pedro Sánchez es un fraude de ley, una tentación de tono autoritario de la que tampoco se ha salvado el PP en su momento pero que ahora es más grave ya que pretendía aprobar unas cuentas contra la voluntad de los dos principales partidos de la oposición. Si seguimos así que cierren ya el Senado, por favor.

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