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El suspenso en suspense

La sorprendente propuesta de la ministra de Educación de aprobar el Bachiller incluso con una asignatura pendiente

Menudo revuelo se ha montado a raíz de la propuesta de la actual ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, que permitiría aprobar el Ballicherato incluso a aquel estudiante que pudiese tener una materia suspensa.

Las explicaciones y justificaciones dadas por la ministra para semejante contradicción, que a la postre supone el poder aprobar suspendiendo, básicamente se centran en no minar la autoestima de nuestros jóvenes, aún en tierna edad adolescente, sometiéndoles a la supuesta frustración que para ellos podría representar el verse obligados a repetir curso.

Les aseguro que incluso leyendo lo que yo mismo acabo de escribir no consigo creerme que la señora Celaá pueda hablar en serio. Ni quienes la defienden. De hecho, ella misma, tal vez abrumada por las numerosas críticas recibidas, se ha apresurado a afirmar que la propuesta todavía ha de someterse a discusión, junto con el resto de medidas que contempla la nueva reforma de la LOMCE (acrónimo que nunca antes careció de menor significado real) y sólo en el caso de llegarse a un acuerdo, sería entonces aprobada. Estaría por tanto de momento en suspense, el poder aprobar con un suspenso. Curioso galimatías.

¿Quién sabe? Puede que la señora Celaá logre salirse con la suya y le aprueben también a ella su propuesta, por no herir sus sentimientos. Que a medida que nos vamos haciendo viejos, la autoestima vuelve a ser un pilar básico a la hora de sobrellevar con dignidad nuestro día a día. Al igual que el reconocimiento.

Precisamente del reconocimiento por el trabajo y el esfuerzo realizado, quizás se haya olvidado la ministra. Ese "gran favor" (en sus propias palabras) a los alumnos que puedan aprobar el Bachillerato con un suspenso, ¿se ha parado a pensar en lo que transmite a aquellos otros alumnos, que consiguieron su merecido aprobado a base de horas y horas hincando los codos?

Se equivoca por completo la ministra. No es un gran favor sino al contrario, un flaco favor el que se hace a quienes no se les prepara emocionalmente para aquello a lo que habrán de enfrentarse cuando sean adultos. ¿Por qué motivo en una sociedad cada vez más competitiva, nos empeñamos una y otra vez en pintarles a nuestros niños y jóvenes un mundo de color de rosa, sin dificultades que superar o logros por los que luchar?

¿Vendrá la señora ministra a subirle la autoestima a estos alumnos del presente, cuando en el futuro no superen una entrevista de trabajo? ¿O cuando su relación sentimental se desmorone como un castillo de naipes?

La realidad es que año tras año y legislatura tras legislatura, estamos viendo cómo la Educación de este país sigue siendo tratada como un tema menor. Y que cada vez que se propone algo, en lugar de servir para mejorarla, nos encontramos con que las únicas iniciativas que se presentan van casi siempre en la dirección equivocada. Por no hablar de cuando la Educación se usa como arma de adoctrinamiento en defensa de la causa de turno. Pongamos que hablamos de nacionalismos o peor aún, de movimientos independentistas.

No hace mucho, en este mismo periódico, se denunciaba a modo de ejemplo del preocupante nivel educativo en el que nos movemos, la enorme proliferación de faltas de ortografía en todo tipo de escritos y exámenes, no siendo siquiera la mismísima y otrora ilustre Universidad, una excepción a este maltrato en el uso del lenguaje. ¡Y todavía hay profesores o docentes que disculpaban estos "deslices"! Claro que cómo no hacerlo, cuando hasta la propia ministra en cuestión, en un tuit reciente, obvió las tildes en dos de las palabras incluidas en su mensaje: "educación" y "próximos".

Con tilde o sin ella, nadie me va a convencer de lo contrario: medidas como la que nos ocupa no nos conducirán sino a igualar a todos los estudiantes; pero no en la excelencia, sino en la mediocridad. Es algo que ha sido demostrado hasta la saciedad en multitud de experimentos sociales, tanto a nivel educativo como profesional.

Seguro que a ustedes se les ocurren así a bote pronto, infinidad de mejoras educativas a las que podrían dirigir sus esfuerzos nuestros políticos. Una de ellas podría ser optimizar la orientación del recorrido académico a seguir por los alumnos; muchos de los cuáles no tienen respuesta clara para aquello de 'qué les gustaría ser de mayores', desconociendo para empezar sus propias capacidades para lo que se les pudiera dar mejor o peor. Por no insistir en la siempre recurrente pero nunca existente reforma de la formación profesional, de cara a convertirla en una opción real y atractiva para miles de jóvenes.

En fin, que mientras perdemos el tiempo discutiendo sobre esta sucesión de propuestas, a cual más disparatada, LA NUEVA ESPAÑA, también en otro de sus artículos de esta semana, nos ha mostrado que desgraciadamente existe una única "materia" que la mayoría de los alumnos de Bachillerato aprueban con nota, a pesar de no cursarse oficialmente en ningún instituto: la pornografía. Propondría así a la señora ministra como una parte de sus deberes para este curso el poner coto a tanta matrícula de honor al deshonor.

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