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Crítica / Teatro

El precio de una vida

Una de las obras menos conocidas de Arthur Miller recrea cómo la situación económica y social puede enturbiar las relaciones familiares, con una destacada dirección de Silvia Munt y un reparto notable

Una vivienda familiar y en ella, el triángulo formado por Víctor, su hermano Walter y su esposa, Esther. Allí se encontrarán para tasar los muebles familiares de toda una vida para así repartirse el dinero. Muebles viejos y apilados son el precio de una vida llena de decisiones, un pequeño acontecimiento que genera un punto de inflexión en el cauce de las vidas de los personajes.

Arthur Miller presentó "El precio" por primera vez en 1968, y el domingo lo hizo Silvia Munt en el Jovellanos, después de haberlo hecho antes el sábado en el Niemeyer. Con una trama melancólica y una configuración de los personajes tremendamente psicológica, el texto original de Miller corría el peligro de convertirse en algo pesado y aburrido, pero fue la interpretación de los actores y la sensible dirección de Silvia, la que hizo que "El precio" fuera ayer una pieza de corte moral, emotiva y reflexiva para el espectador.

La directora ya había estrenado "El precio" antes y lo hizo en catalán, en el Teatre Goya de Barcelona, bajo el nombre de "El preu". Esta vez fue en castellano, de la mano de El Pavón Teatro Kamikaze, con un reparto compuesto por nombres de la talla de Gonzalo de Castro y Elisabet Gelabert; Tristán Ulloa como eje vertebrador de la acción y un exquisito Eduardo Blanco, que con voz y cuerpo moldeó su personaje hasta convertirlo en un nonagenario tasador, encargado de generar la carcajada en el patio de butacas.

"Arthur Miller tiene una obsesión que convierte en don, de forma magistral: radiografiar lo más íntimo del ser humano." dice Munt sobre el autor. Y "El precio" no se queda atrás, a pesar de no ser uno de los textos más conocidos de su autor, nos dibuja a la perfección las consecuencias familiares que tiene una terrible crisis económica.

Quién tiene el valor para quedarse o quién tiene el valor para marcharse, ese es el diálogo y la continua disputa entre Víctor y su hermano Walter: herencias, mentiras, dolor, rencor son palabras que tiñen la acción. Una temática que aún siendo un texto del siglo XX, hoy en día tiene una grandísima vigencia.

Con una composición acertada de la mano de Enric Planas, en cuanto a escenografía; y Kiko Planas en cuanto a iluminación. En una escena donde los muebles cobran prácticamente vida, hablándonos de aquellos personajes que no están en escena: el vestido de la madre de los personajes y una butaca que simboliza su padre ausente, culpable de las desdichas familiares.

¿Por qué somos cómo somos? ¿Cómo afectan las decisiones que tomamos al resto de nuestras vidas? Esas son algunas de las cuestiones vitales que suscita "El precio" y la dirección de Silvia Munt, creando nuevos enfoques en la trama y las relaciones entre los personajes que el texto no había generado antes.

Bajo mi punto de vista, la pieza contiene una gran crítica al capitalismo, a la producción, al dinero, la afectividad de las personas y la insana obsesión por triunfar. En la época de Arthur Miller este modelo económico arrasó a miles familias, generando desastres económicos a lo largo de los últimos siglos. Bien lo sabemos tras la crisis del 2008.

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