El coronavirus ha bajado de golpe y porrazo el telón de la actividad cultural en Gijón, una ciudad que lleva por bandera la creación artística y los espectáculos. Decenas de trabajadores de este cosmos heterogéneo viven desde hace tres semanas angustiados porque se han quedado sin papel que interpretar o instrumento que tocar. Y, sobre todo, por el temor a ser ninguneados en los planes de reactivación de las diferentes administraciones para el "día después" del confinamiento, que en realidad serán meses. Más aún si se tiene en cuenta que las restricciones a los actos concurridos, como obras, exposiciones o conciertos, se prolongarán bastante en el tiempo. Provoca cierto alivio saber que una de las líneas estratégicas que preparan el Ayuntamiento, la patronal y los sindicatos tratará de reanimar este sector, generador de riqueza económica y espiritual. Pero no servirá de nada si solo se queda en buenas palabras o no se complementa con ayudas autonómicas. Ahora toca pasar de las musas al teatro.
