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Carpetazo a la envidia y el rencor

El futuro de Teresa Mallada tras el archivo de la causa judicial contra ella

El Partido Popular en Asturias ha vivido de modo permanente instalado en la tensión, en la división interna, en el reparto de cargos siempre entre los mismos, en situar a perfiles anodinos para que solo brillara uno. Hay casos excepcionales, como el de Pilar Fernández Pardo en Gijón. Lo hizo francamente bien como presidenta, como candidata y como portavoz. Lo hizo tan bien, que la envidia y el rencor enfermo de Manuel Pedregal y la desidia madrileña de Génova, hicieron conjura contra ella.

Con Teresa Mallada se ha intentado algo similar, pero desde otro enfoque. El jueves se cerró un proceso que, desde el inicio, no tenía mucho sentido. El auto de sobreseimiento de la causa contra ella y el resto de miembros de la corporación de Aller ha sido una buena noticia, esperada. El objetivo principal de esta causa no era la corporación de Aller, sino poner en tela de juicio el honor de Teresa Mallada, torpedear su camino a la presidencia del PP de Asturias y dinamitar su candidatura a las próximas elecciones.

Es comprensible que en una cultura donde el mérito está mal visto, mucho más en el ámbito político, haya personas descartables y a las que se evita en puestos de responsabilidad. Son las personas que acumulan acerbo intelectual (un doctorado y una ingeniería), experiencia profesional amplia (directora general de Hunosa con 39 años) y una trayectoria política hecha de tesón, trabajo y constancia. Los mediocres, sin embargo, son los que dominan y controlan todas las esferas de poder.

En este caso concreto los mediocres están fuera y dentro. En la oposición política que le "duele" tener de rival a una persona como Mallada, pero también dentro del propio PP de Asturias. Hay personas que son incapaces de retirarse, que prefieren la destrucción de todo antes que abandonar la primera línea, que solo acumulan derrotas y que para todas ellas encuentran una justificación, siempre externa.

Se abre la puerta de la presidencia del PP de Asturias a Teresa Mallada. Hay mucho trabajo por hacer y el camino no va a ser fácil. Es necesario recomponer un partido roto, reconciliar e integrar pero también situar fuera con mano dura al que solo ha sabido hacer daño. Es vital seguir dinamizando al grupo de diputados regionales, pero también indagar sobre la misteriosa extinción de juntas locales tan relevantes como la de Gijón o sobre la irrelevancia absoluta del trabajo de algunos cargos nacionales, senadores y diputados, afincados en la región.

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