"En Tapia de Casariego, las horas saben a mar; el sueño lo mece la mar; las risas tienen rostro marino; de llanto, sazón marinera; rompe la mar el silencio de la noche; suaviza el amanecer... ".

(Juan Luis Iglesias Prada. 1993)

La huella de los hombres humildes suele ser de grandes dimensiones. Es el caso del tapiego Luis Pérez "El Súcaro", quien desde hace ocho años abrió un astillero de barcos de hojalata, para que propios y extraños naveguemos por los mares del mundo con la bandera de Tapia de Casariego en la popa y la enseña española en lo alto de la vela.

Y lo hace "El Súcaro" de forma altruista, habiendo comenzado casi en modo anónimo con sus barcos varados en el puerto tapiego, para que, cada quien, se disponga a navegar. Eso sí, la única condición es que la singladura comience en Tapia el día de Nuestra Señora La Virgen del Carmen, y el final en el mismo puerto que el de la partida. A estas alturas, ya somos muchos los que hemos sido galardonados por "El Súcaro" con uno de estos barcos de hojalata, gran honor que, ahora, el nuevo gobierno del Ayuntamiento de Tapia se dispone, con acierto, a oficializar para los regalos de protocolo.

La saga y la sombra de "Los Súcaros tapiegos" es muy alargada, y hay en todos los miembros que hemos conocido un peso de ingeniosidad sobresaliente. Que si Balbino, gran joyero de profesión y acordeonista de grandes bacotexos a mitad del siglo pasado en toda la contornada; Chucho, coleccionista de antigüedades y genial "arreglatodo"; Everardo, cronista fotográfico durante más de medio siglo en todos los aconteceres tapiegos (también para este diario asturiano), y donante del Museo de Cámaras Fotográficas que lleva su nombre; Monchín, fontanero de altura y gran pescador submarinista; el otro Everardo, gran marinero, patrón de lanchas deportivas en la década de 1980, cuando la tripulación de surfistas tapiegos arrasaba en todas las competiciones del Occidente de Asturias, además de empresario ejemplar; o Jomar, pintor con admiraciones hasta del propio artista manchego Antonio López.

Pues nada, que ahora es Luis Pérez "El Súcaro" quien, desde la placidez que dan las horas bien empleadas del júbilo, nos sorprende con las botaduras de sus barquíos de hojalata desde su astillero tapiego. A lo mejor en el callejero de la villa de Casariego nos falta una calle dedicada a "Los Súcaros".