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Cronista de Salas

Desarraigo rural

Las concentraciones escolares llevaron a los niños a perder los vínculos con su pueblo

Y un día, bastante antes de que el siglo pasado diese sus últimos coletazos, se puso en marcha aquel decreto en virtud del cual se cerraban todas las escuelas unitarias de la Asturias rural y los niños comenzaron a salir por la mañana de casa una hora antes de lo habitual para ser llevados, medio dormidos aun, a las aulas que acogían en las villas al alumnado de la concentración escolar. El regreso, avanzada la tarde, sin tiempo apenas para hacer los deberes en casa y pronto a la cama que mañana tienes que madrugar. Los daños colaterales ya aparecieron el primer día porque el pueblo se quedó sin maestro. Y sin veterinario.

Y como las vocaciones sacerdotales iban en picado, tampoco hubo sacerdotes para atender a diario la parroquia. El vacío cultural y social estaba servido. A cambio de eso, que no es poco, los niños tuvieron su oportunidad de, tras la Primaria, seguir con el Bachillerato. Y hasta a ir a la Universidad. Y también pudieron enrolarse en alguno de los equipos de fútbol de la capital del concejo, que eso si que molaba al personal menudo.

Ahora, décadas después de las concentraciones escolares, nuestros políticos están muy preocupados por encontrar fórmulas para fijar población en los pueblos. La escuela rural acababa sus clases a media tarde y los niños estaban en casa pronto con lo que encima de la mesa de la cocina tenían una nota de su madre en la que se podía leer tal que así: "Cuando vengas de la escuela, meriendas, llevas las vacas al bebedero, picas remolacha y nabos para los piensos de la cena y cierra la pitas pronto que igual viene la raposa y hace un estropicio". Todo eso vinculaba al niño a las tareas menores de la casería. Un alumno de Primaria actualmente llega a casa cuando ya las pitas están subidas en el palo. Y como la Enciclopedia Alvarez, única de la época que lo traía todo, fue reemplazada por una decena de libros a razón de uno por asignatura, el alumno tiene que utilizar la carretilla para transportar la mochila hasta la cocina y ponerse a hacer los deberes.

Serán los sociólogos y otros estudiosos de los sistemas educativos quienes tendrán que valorar el antes y el después de lo hasta aquí expuesto pero lo que si se está viviendo ya en nuestros pueblos cual si fuese la agonía de los mismos es que nuestra juventud rural está totalmente desarraigada del medio y las vocaciones ganaderas y campesinas son mínimas. No hay relevo generacional. Y muchas caserías ya no son más que geriátricos familiares. Me temo que lo de fijar población llega tarde. Asignatura suspendida.

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