Ayer, sábado, leímos una entrevista incluida en la sección "Los comerciantes en la encrucijada" y nos quedamos perplejos, atónitos y muy cabreados. Antes de nada, destacar que la salud no es un producto comercial, y las clínicas dentales mucho menos "uno de los lugares más seguros contra el virus", como señalaba María Noval en esas declaraciones.

Estamos ante un virus, el SARS-CoV-2, que se transmite por vía aérea. A los pacientes en las clínicas dentales no se les puede poner una mascarilla para realizar los tratamientos, trabajamos con instrumental rotatorio y ultrasonidos que producen aerosoles que permanecen durante mucho tiempo en el ambiente y esta es una vía de propagación que pone en riesgo tanto al paciente como al profesional sanitario ya que se desconoce actualmente si uno es portador o no del virus, ya que no se han hecho pruebas de cribado. La forma más segura de trabajar es conociendo el estado inmunológico respecto al covid-19 en cada paciente. Es una irresponsabilidad afirmar actualmente que "uno de los lugares más seguros para evitar un contagio del virus es una clínica dental". Nos encontramos en una situación de incertidumbre, ya que como señala el Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Asturias, "hay una falta absoluta de claridad en las órdenes y decretos emitidos hasta la fecha" sobre la acción para la reapertura de clínicas dentales en el periodo de desescalada. La seguridad solo puede llegar con la realización de un cribado del virus a los pacientes y profesionales sanitarios, como han señalado las autoridades de la OMS. Es decir, test, test, test.