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La inagotable cuna de la humanidad

"En los yacimientos de Olduvai, en África, están las respuestas a las grandes preguntas sobre la evolución humana", afirma el paleoantropólogo Manuel Domínguez Rodrigo

El mapa muestra la localización de la garganta de Olduvai, en África. En la foto, el fósil hallado en Olduvai, sobre una mano moderna. javier trueba

El paleoantropólogo Manuel Domínguez Rodrigo (Madrid, 1968) ha unido su nombre al de la garganta de Olduvai, en Tanzania, el lugar más fecundo para el estudio de los tiempos tempranos de la evolución humana. Trabajar en esa zona es la culminación de "una fantasía profesional", según sus propias palabras, para cualquiera que se dedique a reconstruir el largo camino que nos ha traído hasta lo que somos. Este profesor del departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, su alma máter académica, es el primer firmante de un artículo, recién publicado en "Nature Communications", sobre el hallazgo de la falange de un meñique de una criatura muy arriba en el linaje humano. Ése es el primer indicio de una mano moderna, la de una criatura plenamente bípeda y que ha dejado atrás la vida en los árboles. Una mano que amplifica el potencial del cerebro que nos hizo distintos.

Manuel Domínguez, formado también en las universidades americanas de Rutgers, Sant Louis y Harvard, pertenece a una generación con la que la paleoantropología española se ha puesto en primera línea de la ciencia mundial. Éste es el relato de su experiencia y de su hallazgo más reciente.

- Trabajar en Olduvai, el no va más para un paleoantropólogo. "Siempre he querido estudiar el origen del ser humano en África. Empecé en ello de manera muy modesta en 1991. Tres años después formé un equipo y trabajé durante diez años en el norte de Tanzania, en el lago Natrón, en una zona que se conocía como Peninj. Este lugar, de muy difícil acceso, fue descubierto por los Leakey en los años sesenta y permanecía prácticamente inédito. Pudimos explorarlo como si fuera una región nueva, casi por descubrir. Como cada cual tiene su propia fantasía profesional, desde aquel momento me planteaba acabar algún día en Olduvai. Las grandes preguntas requieren yacimientos excepcionales, de esos hay muy pocos en África y la mayor parte de ellos se encuentran en la garganta de Olduvai. Hubo unos años de tránsito y nos planteamos ir allí, donde empezamos en 2006. Estoy muy satisfecho porque Olduvai es, sin duda, el mejor lugar que existe para estudiar los primeros momentos de la evolución del ser humano".

- Llegar allí. "Resultó muy difícil. El lugar fue primero feudo de los Leakey durante muchas décadas. Luego tomaron el relevo durante veinte años los equipos norteamericanos. Los paleoantropólogos son como señores feudales y en África más todavía. Su credibilidad académica muchas veces depende de la capacidad que tengan de sacar fósiles nuevos y eso está en función de cantidad de terreno que abarcan como investigadores. Hay proyectos de investigación en los que un único equipo tiene centenares de kilómetros cuadrados, lo cual resulta inabarcable, pero tener la potestad del uso de toda esa zona impide que otros investigadores puedan acceder a ella. Ésa es la historia de la paleoantropología en el siglo XX en África: tremendamente neocolonial. Cuando empezamos en 2006 tuvimos tres años de contencioso con un equipo americano que había allí. No querían que entráramos nosotros, pero no porque les pisáramos el terreno en el que ellos estaban trabajando. La garganta de Olduvai tiene cuarenta kilómetros de longitud y unos cien metros de espesor que abarcan fases distintas de la evolución humana. Ese equipo americano llevaba veinte años trabajando en una fase concreta de la evolución. La parte más antigua de la garganta estaba prácticamente descuidada desde que la familia Leakey se jubiló. Nosotros entramos a rellenar un vacío, a investigar un período sobre el que no se estaba trabajando en ese momento, y el equipo americano se sintió amenazado. Ahora hay varios equipos trabajando allí, lo que supone que se está recuperando una cantidad de información mucho mayor que cuando había uno solo".

- La cuna de la humanidad. "Para estudiar ese proceso de convertirse en humano, el mejor lugar es Olduvai. Es nuestra cuna como género. En un momento determinado de los seis millones de años de evolución, el ser que llamamos humano es una criatura que empieza a comportarse de manera diferente a como lo hace la mayor parte de los primates, y empieza a hacer cosas que nos resultan familiares porque las hacemos nosotros".

- Lo que queda en África. "En Olduvai se viene trabajando desde hace más de un siglo. Se descubrió en 1911 y se empezó a excavar en 1913. Seguimos sacando mucha información y nos damos cuenta de que lo que se conoce de Olduvai es sólo una fracción muy pequeña. Puede haber otros cien años de muchas más sorpresas. Ahora, con las herramientas actuales, podemos buscar yacimientos nuevos y nosotros hemos encontrado uno cuando desde hace casi cincuenta años no se encontraba ninguno. En las próximas décadas habrá más yacimientos con más homínidos y con más fósiles".

- Las grandes preguntas. "Son las mismas que se llevan planteando los paleoantropólogos desde hace muchas décadas. Aunque nos estamos acercando y dando respuestas a cosas muy concretas, las grandes preguntas siguen sin ser respondidas con la contundencia que a todos nos gustaría. Tenemos más o menos resuelta la cuestión de cuándo comenzó todo, que fue hace entre seis y siete millones de años. Cómo empezó todo es lo que intentamos responder. Hay una serie de cambios ambientales importantes y el ciclo de la evolución humana está ligado a la aparición de las sabanas. La diversidad de criaturas que empiezan a evolucionar en ese laboratorio magnífico de las sabanas nos está haciendo ver que no hay un árbol evolutivo, sino un arbusto de múltiples ramas, la mayor parte de las cuales se quedó a medio camino. La pregunta más importante para mí, y que ha vertebrado el cuarto de siglo que llevo dedicado a esto, es cómo nos convertimos en humanos, qué fue lo que hizo que esas criaturas se convirtieran en bípedas, pese a seguir siendo biológicamente, fisiológicamente e incluso psicológicamente muy similares a un chimpancé y que en un momento determinado empiezan a evolucionar hacia algo tan complejo como lo que hoy es el ser humano. Ésa es la pregunta fundamental".

- Hace 1,8 millones de años, un salto cualitativo. "Es un momento muy importante, en el que aparecen unas criaturas con un cerebro más grande que están en la base de la evolución humana. Ese momento de tránsito está muy bien recogido en Olduvai y es el que estamos estudiando nosotros".

- El alcance del hallazgo. "Es el de más proyección mediática, pero no necesariamente el más importante a nivel académico. Por ejemplo, hemos recuperado un esqueleto parcial de un paranthropo, una de esas criaturas cuya línea evolutiva culmina cuando nosotros estamos empezando, y que conocíamos relativamente bien del cuello para arriba, pero no sabíamos cómo eran del cuello para abajo. Ha sido interesante ver que son tremendamente primitivos y enlazan muy bien con las criatura anteriores. Lo que acabamos de descubrir es importante porque nos revela algo que no habíamos anticipado: la presencia de una criatura de gran tamaño y de aspecto moderno que coexiste con otros dos tipos de criaturas diferentes y que es un buen candidato para explicar el linaje del que descendemos casi dos millones de años después todos los seres humanos".

- Lo que nos dice el hallazgo. "Dos cosas importantes. Es un periodo en el que ya llevábamos cuatro millones de años de evolución humana y había criaturas que pasaban tiempo en el suelo, momento en que eran bípedas, pero también estaban en los árboles y tenían una buena parte del tronco adaptado a la vida arbórea. Por primera vez nos encontramos con una criatura completamente terrestre, que es la que está representada por este fósil. Estamos ante el testimonio más antiguo de una especie de homínido adaptada por completo al suelo. Liberar las manos de esa función locomotriz en los árboles permite cambiar su morfología para hacerlas tremendamente adaptables y especializadas en la manipulación. El ser humano es el que tiene mejor capacidad de manipulación con respecto a todas las especies primates que existen. Pero al margen de eso nos cuenta otra historia, nos dice que se trata de una criatura de mayor tamaño que las otras, de aspecto más moderno, que presumiblemente está tallando todas las herramientas que están aflorando en esos yacimientos y que es el mejor candidato para explicar cómo en ese tiempo se da otro paso importante en la evolución humana: el consumo regular de carne y su consecución a través de la caza".

- El carroñero queda atrás. "Hasta el descubrimiento de este fósil teníamos ciertos problemas porque el estudio del yacimiento nos decía que había alguien que estaba cazando animales de hasta 350 kilos de peso. Cuando mirábamos al repertorio de candidatos veíamos criaturas muy primitivas, que eran los parántropos, que se había especializado en consumir vegetales, y nos quedaba el 'Homo habilis', que, aunque poseía el cerebro mayor que el parántropo tenía también un cuerpo muy primitivo y pasaba mucho tiempo en los árboles. Medía poco más de un metro, lo que nos hace dudar de su capacidad para cazar animales de esa envergadura. El tercer candidato es alguien físicamente mucho más alto y presenta características más compatibles con el perfil de ese cazador".

- La posibilidad de una especie nueva. "El problema que tenemos es que al ser sólo un fósil no podemos ir más allá. Podría ser una especie nueva o una ya conocida, como el 'Homo erectus', que aparece a partir de un millón y medio de años. Si fuera una especie nueva sería muy parecida al 'Homo erectus' que viene después. Personalmente me inclino por la opción más parsimoniosa que es la de que estamos ante un 'Homo erectus' muy antiguo.

- Una mano que cambia el cerebro. "Esa mano responde a un individuo con un cerebro mayor que el de las otras especies con las que coexiste. La mano es la herramienta que tiene el cerebro para interactuar con el medio. Mano y cerebro se retroalimentan, están evolucionando juntos. El cerebro recibe mayor información y es capaz de relacionarse con ese entorno de manera más eficaz, con una capacidad de manipulación mucho más compleja de la que se observa en cualquier otro primate".

- Las herramientas. "Tenemos herramientas desde medio millón de años antes de ese momento, las más antiguas tienen más de dos millones y medio de años. Eso supone que todavía hay una criatura por descubrir, con una mano más moderna de las que conocemos o que en fechas anteriores ya tenía una extremidad parecida a la que acabamos de sacar.

- Fósiles y conjeturas. "Hay fósiles a partir de los cuales, sin ser un esqueleto completo, podemos decir muchas cosas. Ahora disponemos de una gran cantidad de herramientas que nos permiten hacer muchas interpretaciones. Pero también es cierto, por desgracia, que la paleoantropología está inmersa en un ciclo académico internacionalizado en el que la productividad resulta fundamental y el acceso a los medios condiciona que algunos hagan más uso de la imaginación de la que deberían. Hay veces que con determinados descubrimientos uno no puede afirmar todo lo que está diciendo, pero lo dice porque es muy vendible mediáticamente".

- Un árbol evolutivo que se reescribe de continuo. "Las relaciones de parentesco, los famosos árboles evolutivos que estaban de moda hasta la década de los setenta se dejaron de aplicar como tal, porque vemos que hay tantos árboles evolutivos como paleoantropólogos. Tenemos muchas criaturas, sabemos cuáles están más emparentadas y cuáles menos, pero no tenemos muy claro quién viene de quién y por eso da la sensación de que lo estamos reescribiendo de continuo. Seguirán apareciendo especies nuevas. Durante una buena parte del siglo XX buscábamos eslabones perdidos y ahora tenemos tantos eslabones que no sabemos muy bien cómo engarzar la cadena. Se impone la prudencia de reconocer esa diversidad, ese arbusto, y nuestra incapacidad de poner en relación unas especies con otras y seguir trabajando para ver en qué medida esas criaturas van generando lo que nosotros hemos conformado como el género humano y cómo ha evolucionado éste en los últimos dos millones de años. Para mí ese período es el más importante".

- La irrupción de la genética. "Éste es el momento en que se está haciendo lo que yo llamaba cuando era estudiante "arqueología Star Trek", algo muy futurista que alcanza a responder preguntas que a uno se le antojaban imposibles. La genética nos está cambiando conclusiones que parecían sólidas cuando mirábamos los fósiles. Cuanto más retrocedamos, más información nos va a dar y la mayor parte de ella no esperada. El inconveniente que tenemos es que no somos capaces de llevar la genética más atrás del millón de años, pero quién sabe si en algún momento eso podría cambiar".

- El gran salto de la paleoantropología española. "Al codirector del proyecto, Enrique Baquedano, le gusta usar un símil futbolístico y dice que pasamos de Tercera a jugar la "Champions" y ahora nos medimos con cualquiera. En el estudio de la evolución humana España está en primera línea. Es una cuestión generacional, un grupo de investigadores que estaban en el lugar adecuado en el momento adecuado, cuando España empezó a descubrir un registro arqueológico muy rico. Hay yacimientos como el de Atapuerca, que tuvo un efecto muy importante en el desarrollo de la disciplina, y personajes de gran visión en un tiempo en el que España todavía no contaba en el campo internacional, como Emiliano Aguirre, quien supo gestionar todo eso para que se produjera una generación de investigadores, a la que pertenezco, y que hemos tenido la fortuna de poder trabajar en ese campo en un momento en que era muy propicio".

- Lo que viene detrás. "Hay continuidad, pese a que las salidas profesionales ahora son nulas o muy escasas. Hay una tercera generación de paleoantropólogos que se está formando ahora, algunos de los cuales, por desgracia, está en la fase de fuga de cerebros. Ésta es una disciplina que despunta por individuales, aunque se trabaja mucho en equipo. Esta disciplina se mueve por las preguntas que uno se hace sobre sus propios orígenes. Hay algunos que tienen más motivación y llegan más lejos".

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