Tino Pertierra

Bella de golpe

No disimula en ningún momento su condición de película con mensaje feminista en versión edulcorada y lleno de claras conexiones con los libros / vídeos de autoayuda. En ese sentido, es una película honesta porque va directa al grano (o la espinilla) con un punto de partida que hemos visto hasta la saciedad: el personaje que se da un golpe y empieza a ver cosas que el resto del mundo no percibe. En este caso, una mujer alejada de los previsibles y tiránicos cánones de belleza que nos vende el mundo de la moda, una especie de Bridget Jones a la americana pero sin diario ni tipos apuestos que la cortejen, se pega un batacazo en el gimnasio donde suda la gota gorda y se trastorna. O sea, que se mira al espejo y su cerebro le devuelve un reflejo falso: una mujer hermosa, delgada, sensual e irresistible para los machos alfa.

Y no, claro. Los demás siguen viendo a la misma chica de antes. Y ahí arranca el elemento cómico de la historia, que no es otro que pasar un poco de vergüenza ajena viendo cómo se comporta la protagonista pensando que tiene una apariencia distinta a la real. Pero gracias a ella gana en autoestima, coraje y determinación. En fin, el argumento no da mucho de sí y se desaprovechan una por una todas las posibilidades de echarle acidez a la mirada sobre ese mundo de la belleza y la moda basadas en la mentira y la fachada, pero tener a una actriz como Amy Schumer, escoltada por una divertida Michelle Williams, permite camuflar las estrías del guión porque se las sabe todas a la hora de arrancarle una sonrisa al espectador con una hábil mezcla de patetismo, torpeza y ternura. Las relaciones con sus comprensivas amigas y su entrañable pretendiente, que la quiere como es y no como cree que es, sus devaneos profesionales en los que se gana la confianza de sus jefas gracias a su sinceridad de consumidora normal y corriente y sus peripecias adobadas por un humor de comedia televisiva estándar se van desplegando sin sorpresas y proporcionan un entretenimiento blandito que solo pierde los estribos en el terrible desenlace con el épico discurso en el que se llama a la mujer a rebelarse contra la tiranía de las apariencias mientras las que dirigen el cotarro de la belleza ven la luz y se suman entusiastas a la rebelión de la marcas.

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