Oviedo, Ch. NEIRA

Octubre de 1978. Club Dallas. Calle Orense, 34. Madrid. Víctor Luque acaba su pase y se encuentra con Luis Miguel Álvarez Ruiz de la Peña, violinista entonces de la Orquesta Sinfónica de RTVE. Muchos años atrás, compañero de pupitre y querido amigo del guitarrista de jazz en el Colegio San Agustín de Oviedo, allá por el cuarenta y ocho. El reencuentro, treinta años después, cuando uno -Luque- había rodado por aquí y por allá y hecho carrera en la música «popular» y el otro -Ruiz de la Peña- había seguido la carrera clásica, propició otro tipo de reunión. Desde entonces y hasta el ochenta y dos, aunque con cierta intermitencia, funcionó el «Cuarteto Víctor Luque», con el guitarrista, su amigo violinista Luis Miguel Álvarez Ruiz de la Peña, Andrés Ruiz de la Peña al bajo y el batería Dionisio Villalba.

Hacían jazz primitivo, acaso algo de bebop, y su último concierto fue en noviembre de 1983 en el teatro Campoamor de Oviedo. Ahí fue la última vez que Luque y Luis Miguel coincidieron.

Por eso mañana Víctor Luque no quiere hacer un homenaje, insiste en que no le gusta esa palabra, pero sí un recordatorio a su amigo Luis Miguel y a los años que funcionó aquel cuarteto.

Porque el asturiano Víctor Luque, uno de los guitarristas de jazz españoles más sólidos, vuelve el sábado, a las ocho de la tarde (teatro Filarmónica, entrada 10 euros), a tocar con grupo. Un combo. Y se entretiene en explicar lo que quiere decir la palabra «combo» y en desentrañar las cuestiones que se ocultan detrás del paso de las big bands a los grupos de bebop y en mil historias de la música que le apasiona y le ha dado la libertad: el jazz.

La diferencia respecto a los años del cuarteto es que ha pasado mucho tiempo durante el que Víctor Luque ha seguido, pulido y afilado su carrera como solista. Ahora vuelve a encontrarse rodeado en el escenario. Cambian, no obstante, los rostros. Mañana Víctor Luque se acompañará de nuevas y buenas generaciones de músicos. En lugar del violín de su querido amigo Luis Miguel, tendrá la flauta de Yolanda Alba. El bajo será cosa de David Casillas y la batería de Sergio García. Nacho García apoyará con percusión para la parte latina, el fin de fiesta.

Pero al plan le queda por definir. El guitarra, un clásico, apostará el sábado por las maneras con las que lo hacían los grandes del género, sólo una reunión de músicos. «Por eso no quiero llamarlo concierto. Esto es una jam session, no es una formación con la que llevemos un año tocando».

Bien.Una reunión que tendrá también hueco para que Víctor Luque actúe en solitario -Gershgwin- pero que luego repasará repertorio de Clifford Brown, Herbie Man, Stanly Turrentine... Bebop, en una palabra.

Y todavía habrá lugar para una fiesta final.«Si los músicos no lo pasan bien, el público tampoco». Sabores latin para la despedida. ¿O era un regreso?