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Begoña Rodrigo, ganadora de "Top Chef"

"Las mujeres siempre tenemos que justificar lo que hacemos, y es un poco cansino"

"No necesitamos que nos den dinero público, pero sí queremos que se promocionen los pequeños negocios"

Begoña Rodrigo, el pasado lunes en la Escuela de Hostelería de Gijón. Juan Plaza

Begoña Rodrigo (Valencia, 1976) ha sido la primera ganadora del programa televisivo "Top Chef", un "reality" de talentos culinarios en el que se sometió al juicio del controvertido Alberto Chicote, de Susi Díaz y de Ángel León, jurados del concurso. La cocinera tiene a sus espaldas una larga andadura profesional, tras pasar algunos años en el extranjero y después al frente de su restaurante valenciano, La Salita, y estos días permanece en Asturias para impartir varios cursos.

-¿Por qué se presentó al concurso de televisión?

-Fue de casualidad. Una amiga mía que trabaja en una agencia de información y mi pareja me convencieron para que me presentara. Fue dicho y hecho, "te vas allí, haces una cosilla, no va a ser nada complicado". Llegué y no me dio tiempo a pensarlo; si lo hubiera pensado tres veces, no hubiera ido.

-¿Y cómo valora ahora la experiencia?

-El resultado ha sido muy positivo. Nunca había trabajado con cocineros españoles, porque estuve fuera y cuando llegué aquí me centré en La Salita, donde trabajaba sola. Departir con cocineros que tienen las mismas inquietudes y que comparten experiencias, con gente que ya ha trabajado en sitios como Can Roca, es muy positivo.

-¿Cómo ha cambiado su vida profesional tras el paso por el programa?

-En el restaurante ahora tenemos muchísimo trabajo, está lleno a todas horas. Para mí ha sido muy positivo conocer a muchos colegas del sector, lo que me permite compartir con ellos y conocer mucho mejor el mundo de la gastronomía y los restaurantes por dentro. Sobre todo tengo más oportunidades de compartir, cosa que antes no podía hacer, y eso limitaba mucho. Antes nadie me conocía y ahora me surgen oportunidades como la que me ha traído a Asturias para impartir cursos. Son experiencias muy positivas también para la gente de a pie.

-Siempre ha reivindicado el papel de los negocios pequeños...

-Uno de los motivos que me empujaron a presentarme al concurso fue precisamente ése. Yo soy de Valencia, y allí hay mucha gente en la misma posición que yo: parejas jóvenes que están luchando por un negocio, que lo hacen bien con los medios que tienen y que no se les da ninguna importancia. Quería poner esas situaciones encima de la mesa y decir que necesitamos no que nos den dinero público, sino que en nuestra comunidad se promocionen los pequeños negocios. El turista lo agradecería mucho y los negocios cambiarían bastante.

-También se refiere usted a las trabas que se ponen a las mujeres. ¿Qué dificultades se encuentran las mujeres cocineras?

-Ahora que estoy en un punto en el que tengo que trabajar y viajar mucho, reconozco que no es fácil. Siempre he dicho que nosotras mismas tenemos un problema en el sentido de que somos más facilonas a la hora de renunciar en favor de la pareja. Si a eso le añades que la sociedad siempre te reprocha, en el caso de las que somos madres, qué hacemos con nuestros hijos, al final acaban haciéndote un poco culpable. Con los padres eso nunca pasa, el chantaje emocional con nosotras siempre está muy latente. Cuando estás en esa situación, tienes que tener muy claro lo que tú quieres, dónde quieres llegar y cómo, rodearte de gente que te apoye y que vea que lo que estás haciendo está bien. No olvidemos que un hombre que llega lejos es un triunfador; si somos mujeres, somos egocéntricas, egoístas... Eso tiene que cambiar un poco, y yo pienso que el camino se enseña andando. Voy pasito a pasito, haciendo mis cosas y cumpliendo objetivos. No tiene nada malo que me ayuden a cuidar a mi hijo, pero siempre parece que tienes que demostrar lo que estás haciendo, justificarte por todo lo que haces, y eso es un poco cansino.

-¿Qué planes de futuro tiene?

-Yo siempre he soñado tener una casa de campo en el mar, soy muy de playa. He tenido la grandísima suerte de que en la zona en la que vivo me han ofrecido un chalé antiguo al lado del mar. No sé de dónde voy a sacar el dinero para arreglarlo, pero me decidí. Mi sueño era tener un restaurante mirando al mar, poder trabajar en ese entorno, y por una casualidad lo he conseguido. Era algo impensable, pero ha llegado.

-¿Qué le ha parecido la gastronomía local?

-Ahora mismo estoy comiendo en Casa Gerardo, es un sitio que yo he seguido mucho, y la verdad es que hoy ha sido un espectáculo. He comido fenomenal y he conocido las medias raciones asturianas, con las que te puedes morir, espectaculares de grandes. Me he encontrado como en casa, muy arropada, con gente muy cariñosa. Ha sido otra de las nuevas experiencias muy positivas.

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